El otro día un conocido mío me confesaba vía email que disfrutaba enormemente leyendo mi blog y que era una pena que no escribiera todos los días, vamos, lo que se conoce como un diario en el sentido estricto de la palabra. Nunca pensé en hacer algo semejante, no porque me parezca mal, sino porque en cualquier caso eso lo dejaría para la intimidad, para satisfacción personal como ya hice en cierto momento de mi vida. Amén de que no creo que mis vivencias tuvieran interés alguno para los demás, ya que llevo una existencia de lo más tranquilita y sencilla, con mis momentos alegres y mis bajones. Y hablo desde mi posición de desinterés absoluto hacia aquellas bitácoras en las que una persona narra su día a día en plan “hoy he hecho esto, luego lo otro y más tarde aquello”. Aquí sólo narro cosas que me parecen curiosas y dignas de plasmar, porque lo cierto es que, aunque parezca lo contrario (y mira que lo parece), no me gusta contarlo toooodo acerca de mí mismo. Esto, unido al hecho de que unas veces actualizo casi a diario y otras pueden pasar semanas sin que me asome por aquí, pondrán sobre aviso y darán una idea lo que se cuece en Rayos D a todos aquellos lectores que acaben de descubrir este espacio.
Esta semana ha sido una de esas en las que los ánimos están afiladísimos y los días pasan leeeeentos y tediooooosos, con dolores de cabeza, vista muuuy cansada, descontrol climático, noches intermitentes (ahora-me-desvelo-ahora-me-duermo-ahora-me-vuelvo-a-desvelar…), cansancio y mucho trabajo. Con mi humor de perros y mi autoestima por los suelos por razones que ahora no vienen al caso, decidí que era el momento perfecto de tragarme no lo que hubiera deseado, pero sí dos películas que tenía pendientes de ver: “Charada” y “Eva al desnudo”. Debo decir que me han gustado mucho, aunque es bastante frecuente que el cine antiguo me guste siempre. Sé que ambas películas son del (súper) agrado de Fanmakimaki, y que la segunda es todo un icono para Coxis (cuando escuché la famosa frase del corazón de la alcachofa me acordé ipso facto de tu blog). De “Charada” me encantaron los títulos de crédito, tan psicodélicos ellos.
El jueves volvimos a la casa de la playa de mi jefe. Allí hay muchas obras por archivar y es mejor quitárnoslas de encima cuanto antes (ergo: antes de que empiece el verano y aquello se llene de gente). Lo pasé francamente mal porque no había dormido n-a-d-a y tuve que aguantar más de una hora de trayecto en coche con un horrible cd de los Pixies, que parecían estar invocando al diablo, y con la verborrea desatada de otro de mis compañeros, que es el típico que no se calla ni debajo del agua y que parece temer los silencios. Horrible. Mareo absoluto y náuseas. Pero el viaje podía ir a peor, ya lo creo: regresar a Murcia con el verborreico más desatado aún y un cd de DIECINUEVE canciones, DIE-CI-NUE-VE, del infumable Tom Waits. Os juro que no me hubiera importado saltar del coche a más de 120 km/h y que me hubiese atropellado el camión que circulaba detrás. Yo, por mi parte, estoy escuchando mucho a Liz Phair, así como el último disco de Christina Rosenvinge, “Continental 62”, que me parece muy bonito, ídem respecto a su web.
Y entre unas cosas y otras Madonna se crucificaba a principios de semana en una cruz con cristales de Swarovski valorada en 20 millones de dólares ni más ni menos, inspirándose en un cuadro de Dalí. Sus conciertos ya no son lo que eran, pero debo reconocer que estoy entusiasmado con su look de amazona sadomaso. Me están entrando ganas de plagiarla… avisados estáis.