He sacado del armario la ropa que ya no me viene y he ordenado las camisetas por colores. Han quedado dignas de foto, como un arco iris. Le he dado a un amigo las pelis porno que tenía en VHS porque no las quería seguir teniendo allí dentro, y también he descubierto, al fondo del todo, una botella de ginebra, otra de whisky y tres de Absolut Vodka (clásica, mandarina y cítricos)… casi nada. Las guardaría por algún valor sentimental, porque yo para estas cosas soy demasiado fetichista, o quizás porque aún dan para una copa.
Ayer viernes por la mañana al salir del trabajo me encontré con una amiga a la que no veía desde hace casi 3 años y me hizo muchísima ilusión. Prácticamente estuvimos abrazados todo el rato. Es una de esas personas a las que estarías achuchando todo el rato, y mira que yo soy poco cariñoso. Amiga de mi ex. Tras el gran desenlace del cuento de hadas ella ha seguido en contacto conmigo, y eso se agradece, porque uno siempre tiene la sensación de ser únicamente “el novio de” para los amigos de tu pareja. En el momento de encontrarnos, yo me iba peleando con los auriculares de mi iPod, que se habían enrollado y no había manera de soltarlos.
He conseguido que mi compañero de trabajo ya no fume en mi presencia desde el miércoles. Todo un logro Ahora me voy a casa echando el mismo olor a vainilla, sándalo o frambuesa (depende del día) que cuando salgo de ella. Se lo contaba a mi querida Mara Jade el otro día y me decía entre risas “¡haciendo amigos en el trabajo!”, pero debéis saber que el trato que tiene conmigo sigue siendo el mismo. Además, a mí me daría igual en cualquier caso. Nunca voy a los sitios pensando en hacer amigos, sino a hacer lo que debo y punto. Eso sí, para que nadie piense mal, yo siempre ofrezco un trato agradable y educado, pero que no se espere de mí que acuda a comidas/cenas de empresa, a almorzar con los compañeros, etc… No me gusta eso por la sencilla razón de que uno se siente con una obligación acojonante de llevarse bien y tener que relacionarse/departir con personas que no te agradan. En el mismo momento en que a mí me imponen algo yo salgo por piernas. A mí me gusta relacionarme con la gente, ojo, pero sin presiones ni hipocresías. Y cuando yo estoy a gusto, no os quepa la menor duda que salgo, entro, voy, vengo, meto y saco (bueno, esto menos, la verdad…)
Mis dos últimos discos son "It's never been like that", del grupo francés Phoenix, que a mí me encantan y con este disco me han decepcionado ad infinitum, y otro no tan nuevo y que no sé qué seguía haciendo yo sin él a estas alturas: “Superstition” de Siouxsie and The Banshees, que incluye mi canción favorita de ellos, “Kiss them for me”. El jueves me quedé a medio de ver “El crepúsculo de los dioses”, que llevaba años detrás de ella. Película que contiene frases tan míticas como “Soy grande. Es ahora que las películas son pequeñas” o “Bien Sr. DeMille, estoy preparada para mi primer plano”. La primera vez que aparece Gloria Swanson me recordó a Siobhan Fahey en el vídeo “Goodbye cruel world” (mi favorito) de Shakespear’s Sister, que también rinde tributo a otras películas como "Eva al desnudo" y "¿Qué fue de Baby Jane?". Eso hizo que quisiera seguir viéndola con más ganas de las que ya tenía porque, como buen mitómano, me encanta cuando mis artistas favoritos hacen estas cosas. Pero bueno, misión abortada porque unos amigos míos me secuestraron para ir a cenar de improviso. Bocaditos de queso Brie con mermelada de arándanos, pechuga de pollo con alioli, tortilla de patatas con sobrasada untada y jamón con nueces y queso roquefort. Y agua, mucha agua mineral para mí, que ya me he dejado los vicios.
Hoy voy de negro y naranja. La chaqueta es color verde manzana. Me voy de compras con mi amiga H. Llevo en el coche "Haunted", el último cd de Poe (Gatchan, investiga, a ver si te gusta). Y en Proceso Estático, mi fotoBlog, símbolos en el cielo, presagios fashionistas, caprichos de la ingeniería arquitectónica pasados por mi túrmix particular.