30.7.09

Dulce y pegajoso














Que sí, que no, que ahora me lo pienso, que ahora me arrepiento de habérmelo pensado, que ahora me lo vuelvo a pensar dos veces, pero no, resulta un poco excesivo; que te arregles que nos vamos, que no, que es mucho, que venga, que sí, QUE NO POR FAVOR, espera que voy a llamar a mi hermana a ver qué opina, oye, que dice que no, que es mucho dinero y que nos exponemos a estar muy lejos y arrepentirnos; ays, qué angustia, ¡¡¡yo quiero!!!; ¿cómo, qué Julk ya está en la cola?, a mí no me ha dicho que venía a Madrid, qué fuerte… dice que lo haga, que ya recuperaré el dinero tarde o temprano y que puede ser la última oportunidad que tengamos; te vuelvo a decir que te arregles y que nos vayamos, y yo que no; llamada de Mr. Grieves, que es algo único y se quedará en nuestras retinas para siempre; mis padres dicen que es algo loco, que se puede ver cuando quieras en dvd o tv; nos liamos la manta a la cabeza, pero ya no hay nada, el sistema está cerrado un par de horas antes, así que me fumo un cigarro mientras se me hincha el cuello y se me pone de color rojo; mejor no me hables ni me toques porque estoy que ardo y puedo decir cualquier burrada sin tú merecerlo, argh… llamada de mi padre, que sí, que vayamos allí y que a lo mejor podemos conseguirlo, además, que me ayudará monetariamente dada mi situación económica; dios mío, va todo el mundo, qué envidia, ¿lo lograremos?; faltan pocos metros, ya está casi todo en marcha, qué nervios y qué dolor de barriga, en la calle no cabe un alfiler, menuda procesión; y a la vuelta de la esquina, a una hora y media escasa del comienzo, nos ofrecen las entradas por menos dinero, ¡se nos aparece la virgen!; llamada de Mr. Grieves, que se nos une en la cola. ¡¡¡ESTAMOS DENTRO!!!, y tenemos el escenario más cerca de lo que pensábamos. Al ver las dos M’s gigantescas a cada lado me da algo parecido al síndrome de Stendhal. Y a las diez en punto de la noche, C-A-N-D-Y…

Así de infartante resultó ser el jueves pasado mientras Madonna se hospedaba en la planta entera de un lujoso hotel madrileño 19 años después de haber visitado la capital del Reino con su célebre Blond Ambition Tour. Gunillo, Mr. Grieves y yo fuimos testigos de un show tremendamente bailable, animado y fiestero en el que no paré de bailar, saltar, aplaudir y cantar. Al término del mismo, las agujetas eran desastrosas, pero puedo asegurar que en la vida lo he pasado tan bien y que jamás imaginé que la vería lo bastante cerca como para apreciar la purpurina que llevaba en los párpados. He leído por ahí que el espectáculo decepcionó a mucha gente, pero a nosotros nos encantó ya que no esperábamos que fuese a cantar tantos éxitos de los 80. Todo resultó perfecto, ella cantó de fábula (no sé si en playback, pero me da igual), estuvo muy simpática, y las versiones de las canciones, más bailables, fueron sorprendentes. Espectaculares proyecciones en las pantallas del escenario, ella con cara de bastante cansancio, pero no dejó de bailar ni un solo momento ante nuestra admiración. Criticada fue por muchos la parte de los gitanos rumanos, pero a Gunillo y a mí nos pareció la mar de festiva porque somos muy fans del folklore de la Europa del Este. Y qué impresionantes las versiones de “Frozen” y “Like a Prayer”, con la base del “Don’t you want me” de Felix. Y ese principio con los caramelos al más puro estilo Willy Wonka que tantas veces había visto en Youtube… ¡ay, qué experiencia para recordar toda la vida, sobre todo habiendo cantado “Holiday”, canción que aseguró no volver a interpretar nunca más en un concierto! Eso sí, algunos peros: que tantísimos años después lo único pronunciado en español fuese un “Hola Madrid” y el sempiterno “Estoy caliente” es algo que ya está un poquito desfasado, hija, y que te dejes ya de tanta proyección con frases de la Biblia, términos en árabe y hebreo y vídeos de guerras y gente desvalida. Ah, y qué cachondo resultó que criticaras el capitalismo teniendo en cuenta el precio que tenían las entradas, los hoteles donde te alojas y los diseñadores que te han creado el vestuario. El estadio se vino abajo con el mini tributo a Michael Jackson, y al término del show pincharon un tema de sus inicios con el que bailamos sin pausa para rematar la faena. Ahora, tengo mono de más Madonna.

Días antes, en el Liquid, proyectaron vídeos y actuaciones suyas para hacer entrar en calor a la gente, y el sábado pasé un divertidísimo día en Villalba con Fabs y compañía en plenas fiestas populares, disfrutando de una cena exquisita tras haber estado en la piscina, unos minis muy fresquitos y dos conciertos en dos plazas distintas: el Granito Rock, con grupos heavies estatales anclados en los 80, y el petardo de Bustamante y sus canciones angustiosamente cursis. De modo que tras la tormenta de estos días atrás por culpa de la ex compañera de piso, la mudanza y la nueva casa, se puede decir que la semana pasada ha sido excepcional en mi vida madrileña. Ahora, sólo falta un trabajo. ¿Empiezo a visualizarme ya con él? A continuación, algunas de las fotos que hicimos durante el show. Todas malísimas y movidas por la emoción y los bailes, pero esenciales para que quede bien claro que estuvimos allí...

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26.7.09

6 años después en el km 0




















El miedo de un escritor es enfrentarse a un folio en blanco y quedarse en ídem. El miedo que provocan los reencuentros después de muchos años sin ver a una persona que fue especial para ti es similar al del escritor: el mismo temor a quedarse en blanco o, dicho de otra manera, a que no haya feeling. Afortunadamente este año no me ha ocurrido nada de esto con todos los reencuentros que he tenido y que a día de hoy han seguido produciéndose. El último ha sido con mi amiga granadina a la que alter-egomente llamaremos Best Bitch (BB). Seis años después…

En una de esas tardes de nostalgia que tan a menudo tengo decidí llamarla y olvidar el encontronazo que tuvimos hace tiempo por (como suele ser en estos casos) una tontería monumental. Y a estas alturas de la vida, y con lo mayores que somos ya, no estamos como para andarnos con chiquilladas y hay ciertas cosas que se olvidan con total facilidad y sin guardar un ápice de rencor. De modo que tras hablar por teléfono durante casi 2 horas aquella tarde de junio, recordando viejas vivencias, poniéndonos al día de las nuevas y comunicándome que en breve vendría a Madrid para visitar a unos amigos suyos, quedamos en vernos aprovechando que yo estaba aquí. Y hace dos viernes se obró el milagro en el kilómetro 0 de la Puerta del Sol. Es curioso que todos estos reencuentros se estén produciendo en esta ciudad, ante lo cual siempre le digo lo mismo a la persona en cuestión: “¡Quién nos iba a decir hace x años que nos íbamos a encontrar de nuevo en Madrid!”.

Vi a la misma persona que conocí en los años 90 en Granada, cuando fui por primera vez de visita a casa de unos amigos (BB era la novia de uno de ellos). Desde aquel momento mis visitas se sucedieron una vez al mes durante más de dos años, y duraban un mínimo de dos semanas, o incluso más. Nos hicimos tan amigos y vivimos tantas historias que a día de hoy las seguimos recordando con melancolía y muchas risas. Y ahora, seis años después, me he encontrado con la versión mejorada de BB, así que como supondréis pasamos un día muy emocionante y divertido.

El mismo día comenzaron los preparativos de las reformas en el nuevo piso, teniendo el sábado en casa al fontanero durante 9 interminables horas, por lo que el viernes noche no pude quedarme en los bares todo el tiempo que hubiese querido. Mientras él faenaba, yo aproveché para seguir haciendo unos dibujos/ilustraciones que pretendo presentar en algunas galerías de arte emergente a ver si hay suerte y me los exponen. Necesito pasta… Aunque nada como tomarse unas Heineken con Miss Ketchup y María del Mal para olvidar los problemas y echarse unas buenas risas.

PD: En los próximos días, aquí, en Rayos D, el post del momentazo del año…

16.7.09

Hechos madrileños











Las Walpurgis aseguran que una vez probada la comida de Barriga Llena, jamás volverán a pisar la Cantina Mariachi, cuya comida ahora les resulta de ciencia ficción. El Templo de Debod al anochecer sigue siendo mi lugar favorito de Madrid y el único en el que uno se siente lejos de las prisas de esta ciudad. A los turistas les llaman la atención las cabinas telefónicas y se hacen fotos en ellas. Algo que para nosotros pasa desapercibido, para ellos es algo así como el equivalente a las cabinas rojas londinenses. En la Casa del Libro son bastante incompetentes y están poco/nada preparados: aseguran que las novelas que conforman el Ciclo Pendragón de Stephen R. Lawhead están agotadas desde el 2004; en la Fnac ya me los han reservado y los recibiré en unos 10 días. Bonito y gran descubrimiento el de este autor, experto en novelas situadas en la Inglaterra medieval, algo que me atrae mucho y que me apetece leer en los jardines madrileños durante los atardeceres estivales. Las vistas desde la terraza del hotel Óscar, repleta de sofás, camas, música chill y velos blancos, son incomparables y perfectas, no así la tontería que reina en el ambiente y los precios de las copas (3 Coronitas = 20 euros). En un solo día, en nuestra acera, he visto a una señora desmayarse, a su hijo peleándose con todos los que miraban, y a otra fresca que ha salido corriendo de una tienda de ropa con el bolso lleno de cosas y que la han pillado a los pocos metros entre gritos y aspavientos. De mi cartera de amigos madrileños ya he descartado a una de ellas que se las da de súper amiga y súper hermana pero que ha cometido el error de meterse en la secta de todos los que han leído “El secreto”, tema que ya traté en el anterior post. En menos de 3 horas me han llamado guapo 3 veces, ¡en la vida! El reencuentro (otro más) con Davs me ha alegrado muchísimo, y mientras tanto, Best Bitch no deja de darme toques para que la llame yo. Va lista... La casa de la sierra de la tía Mo es sencillamente alucinante, con un jardín de varias alturas y en cada una de ellas una terraza de distinta inspiración (hawaiana, ibicenca, rústica…). Su piscina me dio la vida y la buhardilla mucha envidia (del mismo tamaño que nuestro pisito de la calle de Alcalá). La tensión de los últimos días me ha llevado a duplicar el consumo de tabaco y no me da la gana seguir por ahí. El sushi para llevar del Vips viene acompañado de un sobrecito de wasabi cuyo sabor te obliga a cerrar los ojos y agarrarte a la silla mientras lo saboreas. Muy fuerte. Tras haberme apuntado a todas las ETT’s de nuestra calle, siguen sin llamarme de ningún sitio, lo cual es trágico ya que ahora estoy metido en un alquiler. Mientras tanto, en Murcia, a mi sobrina la han llamado de tres sitios distintos para ofrecerle trabajo ahora que ya tiene uno. O te mueres del asco o te reclaman en todas partes, no falla. Este viernes veré tocar en directo a los Mudpix, la banda de mi amigo Fabs, con el que estoy agotando las existencias de frappuccino en el Starbucks, de whoppers en el Burger King próximo a Tribunal y de cappuccinos en la cafetería de la planta baja del Mercado de Fuencarral, con esos sofás tan ideales para echarse una siesta. Tres horas es el tiempo medio que he hablado estos últimos y revueltos días por teléfono con mi amigo Julk. Estando en esta ciudad, mi móvil tiene mucha más vida. Y gasto… Por suerte estoy ahorrando mucho en transporte desde que el vigilante de la garita de nuestro Metro está ausente. Tras colarse por el morro, la clave está en recoger del suelo algún billete marcado con la fecha del día en cuestión y llevarlo contigo por si aparece el revisor de improviso. He aprendido a cambiar dos tipos de cerradura de una puerta y ya he llevado a cabo mi primera sesión de plancha sin cargarme una sola prenda. También estoy cocinando y, de momento, mi plato favorito es uno con fideos, berenjenas fritas, parmesano y salsa de tomate y cebolla. Una hora de preparación, cinco minutos de duración en la mesa. ¡Qué ingrato es el mundo gastronómico! La exposición de Annie Leibovitz nos dejó fríos. A mí el rollito fotos personales de familia, amigos o las vistas que tiene un apartamento neoyorquino me interesa más bien poco porque son fotos que puede hacer cualquiera. Donde se ponga un retoque, un barroco, un recargamiento, un espectáculo… De todas maneras me gustó ver en persona aquella famosa foto del embarazo de Demi Moore para Vanity Fair que abrió la veda de famosas embarazadas desnudas ocupando una portada. Qué fantástica es Sofía DJ con ese look de leona a lo Nikka Costa. Me va a pillar aquí el estreno de la penúltima película de Harry Potter, pero me esperaré a estar en Murcia y seguir la tradición de verla con mi hermana y mis sobrinos. Qué ganas. ¡Es casi imposible coincidir con Miss Ketchup y María del Mal y sus apretadísimas y petardísimas agendas! Por otra parte, estoy viendo mucho más a Mr. Grieves de lo que yo pensaba. Lo que nos gustará una sesión de cervezas en la atestada plaza del Dos de Mayo. Paso de rebajas, aunque nada más llegar conseguí comprar dos vaqueros y unas zapatillas marrones y rosas en el Blanco de Gran Vía por sólo 24 euros. La dependienta exclamó “¡Qué fuerte, ni siquiera unos vaqueros cuestan ésto!”. Días después, en un ataque impulsivo de emoción y consumismo, adquirí la reproducción de la primera Barbie comercializada en España, la célebre Barbie Superstar. Hoy, tras pensármelo mejor, he tenido que devolverla porque no está el horno para bollos. Por desgracia me veo sin conseguir la adquisición de la temporada: la Barbie Afrodita, que sigue la colección de personajes mitológicos iniciada el pasado año con Barbie Medusa. ¡Necesito un trabajo ya!

11.7.09

Sectarios visualizadores
















Después de tanto tiempo podría hablar largo y tendido de estos días tan movidos en Madrid, de las pesadillas y malestares provocados por temas de contratos, alquileres y compañeros de piso; de lo que uno se puede llegar a gastar con tal de no estar solo en casa y tener que lanzarse a la calle y quedar con la gente para comer, cenar o tomar cañas; de lo mucho que alguien como yo puede echar de menos a su familia, su casa y su entorno; de mi búsqueda de trabajo, de la exposición de Annie Leibovitz, de la visita de mis amigas las Walpurgis, con las que hemos compartido risas, bebidas y conversaciones de todo tipo, o incluso de mi primera visita al desfile del día del Orgullo Gay, el cual terminó fatal y al que no pensamos volver ni por asomo por más de una razón. Hay que ver la de cosas que podría relatar aquí, pero me voy a quedar sólo con una que aún no he enumerado.

Sabéis de sobra lo mucho que odio los fenómenos sociológicos a los que se apunta todo el mundo, como en su momento fue “El código Da Vinci” o como está siendo ahora la trilogía “Millennium” de Stieg Larsson (me supera). Pues bien, pulula por ahí uno de esos libros borreguiles que está leyendo media humanidad llamado “El secreto”. Sinceramente os digo que no sé ni por quién está escrito, pero es que no me interesa lo más mínimo. El libro, que no viene a ser otra cosa sino uno de autoayuda, habla más o menos de lo positivo que hay que ser en esta vida aunque te echen del trabajo y te encuentres en la calle por no poder pagar la casa, por decirlo de algún modo. Según el escrito, tienes que visualizarte a ti mismo haciendo o consiguiendo las cosas que quieres, y de ese modo el universo se pondrá en marcha para dártelo. Así de fácil. Como norma para todos los que lo leen (es decir, para los miembros de esta secta satánica) se especifica que no hay que aguantar a personas que te resten, a personas tristonas, a personas que tengan problemas o a personas que lo vean todo negro. En lugar de animarlas y apoyarlas en sus malos momentos lo que uno tiene que hacer es desprenderse de ellas. O sea, que tú tienes un amigo que atraviesa un mal bache, y además de decirle que sea tan feliz como si llevara unas bolas chinas metidas todo el día por ahí abajo, tienes que darle largas para que no te reste a ti nada. Estos sectarios son la mar de egoístas, oiga.

Somos muchos los que vemos siempre el vaso medio vacío, pero no por negatividad, sino por realismo, y está claro que siendo negativo todo te va a parecer mal, por eso a ninguno de nosotros nos gusta pensar así (yo el primero), y ahí es cuando me apoyo en la teoría del realismo, no sé si me explico. Cuando pasas 10 entrevistas y de ninguna te llaman, yo no sé vosotros, pero a mí no me sale estar súper feliz y contento, máxime cuando ahora tengo que pagar un alquiler de un piso con mi pareja. ¿Eso es ser negativo? Cuando una amiga termina una carrera hace 6 o 7 años y, tras intentarlo, no la llaman de ningún sitio para trabajar, tampoco creo que tenga las mismas ganas de sonreír y sentirse fabulosa. ¿Eso es porque es negativa? Y cuando alguien está súper ilusionado con conseguir algo y casi se ve ya teniéndolo y, al final, no lo logra, ¿no debería haberlo logrado tras haberse visualizado con ello y haber tenido una actitud positiva, tal y como dicen estos gilis? Pues parece que no funciona mucho, ¿no?

Yo, en esta ciudad en la que uno tarde o temprano acaba teniendo momentos de soledad, he visto con mis propios ojos como una supuesta amiga de toda la vida me ha dado largas a la hora de apoyarme en un pésimo momento en el que además, por motivos de trabajo, mi novio no se encontraba a mi lado. Y hablando con mi mejor amigo por teléfono hace unos instantes me ha contado una historia similar que le ocurrió a él mismo hace unos días con otro amigo suyo, que se desentendió totalmente de los problemas del otro.

Sin duda alguna, dos de los ejemplos (además, cercanos a mí) más demenciales que he escuchado han sido los que narro a continuación. La amiga de un amigo mío tiene en su casa enmarcada la foto de Míster Alicante. Al preguntarle el motivo, la chica contesta que lo tiene puesto allí para verlo todos los días y que la ayude a visualizarse a sí misma con un novio clavadito a él. Hace más de 1 año que sigue esperando… Otra me confesaba recientemente que el día que su novio (empresario) se levanta de bajón no consigue ningún contrato, pero que el día que él se levanta súper-o-sea-positivo, se toma un café, se ríe con un capítulo de “Friends” y se relaja en el sofá, automáticamente le caen 3 o 4 contratos. I CAN’T!!! Todos son lectores asiduos del libro, del que aseguran que no te lo pueden dejar, sino que te lo tienes que comprar tú y consultarlo cuando tengas un día de estar hasta el coño de todo. ¡Justo hasta donde yo estoy de ellos!

¿Qué está pasando? ¿Vamos a dejar que un triste libro gobierne nuestras vidas? ¿Vamos a tener tan poquita personalidad como para permitir que ese libro haga que las relaciones con las personas de nuestro entorno cambien bruscamente? Sinceramente, Aimee Mann siempre me recuerda por qué soy tan fan suyo desde que tituló su último disco con el nombre de “Fucking smilers” en dudoso honor de todas esas personas tan fantásticas y divinas que siempre te están jodiendo con comentarios tipo “¡¡¡Ay, venga, tienes que ser súper positivo, que no tienes tantos problemas, hombre!!!”. Por ser positivo, queridos míos, no es que las cosas te caigan del cielo, sino que las ves de distinto modo y todo te resbala más, pero ni tan feliz como una perdiz ni tan amargado como un limón. Realista y punto. Tan sencillo como eso, y no hace falta que te lo diga un libro.