4.3.09

Madrid teatral, la Fangory y el Shit Art

De vuelta una vez más a mi casa para solucionar nuevos asuntos que me van a tener aquí más de lo que yo esperaba. Y no, no es que no quiera estar aquí, ni mucho menos, sino que yo ya pensaba empezar a ponerme en serio a buscar trabajo en febrero y fijaos, ya estamos en marzo y lo más seguro es que no vuelva a Madrid hasta abril... qué desbarajuste. Como ya comentábamos una amiga y yo tras la pasada Nochevieja, parece que 2009 va a ser un año un tanto rarito y peculiar. En mi caso es el desembarco madrileño el que no termina de arrancar por una cosa u otra, eso y algún que otro tema familiar.

Durante mi siempre satisfactoria estancia en la capital de España tuvimos tiempo de hacer diversas cosas de las muchas que teníamos planeadas, y de no ser porque una contagiosa gastroenteritis nos limitó en según qué aspectos, podríamos haber hecho muchas más. Las esculturas callejeras de Rodin en el Caixa Forum nos dejaron absolutamente fríos. Que una obra sea famosísima y de gran valor cultural no siempre significa que te vaya a impactar o gustar. Eso sí, ya puedo decir que he visto en persona el famoso Pensador y que me quedé como estaba. Una de nuestras salas favoritas (Juana Mordó), anexa al Círculo de Bellas Artes, volvió a agradarnos como de costumbre con una exposición de arte urbano contemporáneo. Al Círculo regresamos la tarde del sábado con motivo de la apertura de la terraza situada en la 7ª planta, desde la que pudimos contemplar una vista sorprendente de la ciudad (y del cartel de la nueva peli de Almodóvar, muy Warhol, muy lo de siempre) a pesar del frío que hacía.

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Al Círculo también regresamos el lunes, donde decidimos darnos uno de nuestros homenajes y comer bajo sus impresionantes frescos y lámparas. A todo esto, la mítica institución madrileña inicia en breve un ciclo de Almodóvar durante el que se proyectarán en pantalla grande algunas de sus cintas más representativas, y todo por el módico precio de 4 euros por película.

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El martes 24, en la Fnac de Callao, Fangoria firmaron ejemplares de su último cd, "Absolutamente", pero como no tenía intención de comprarlo (casi 17 euros, cuando yo recuerdo que hasta hace unos años se empeñaban en ofrecer sus discos al mejor precio posible, pero claro, el dinero ahora sí es su Dios) no opté a verles de cerca/hacerme una foto con ellos. Para colmo, los pusieron al fondo del Fórum, que es una sala en alto a la que se accede por una escalera que habían acordonado para ir dejando pasar a la gente en grupitos de 10 personas más o menos, por lo que ni siquiera desde abajo podías divisarlos. Eso sí, Mario Vaquerizo, que no se pierde ningún sarao, subía y bajaba cada dos por tres con meneos de melena y ademanes que recordaban a la sin par pseudo travesti Toñi Salazar (Gunillo dixit). La cola daba la vuelta a la manzana y avanzaba a paso de tortuga, por lo que supongo que ellos siguieron allí incluso después de que la Fnac cerrara las puertas. Por allí también se vio a la madre de la artista, una señora bajita que necesitaba ayuda para subir las escaleras y que lucía una blusa de lentejuelas multicolores y el clásico 2.55 de Chanel. En cierto modo me molestó todo bastante... me hubiera gustado tener una foto con Alaska, a pesar de todo. Otra que también estuvo p'arriba y p'abajo todo el rato fue Andy Lamoore, súper delgadísima y con un peinado a lo Madonna en "Sorry" y un atuendo que hacía pensar en el renacer de Olivia en "Grease", hasta el punto de que la seguridad de la Fnac le pidió que, por favor, se quedara ya quietecita en un sitio. Sorprendente también fue encontrarme con fans que lucían zapatos o bolsos auténticos de Sprouse para Vuitton. En serio, ¿a qué se dedica toda esta gente? Divertido asimismo fue escuchar comentarios de fans del estilo de "¿Qué yo voy a ponerme en esta cola interminable? ¡Anda y que le den por saco a la Fangoria!". Lo de la Fangoria nos llegó tanto al alma que ya forma parte irremediablemente de nuestro léxico. Ah, por cierto, que de las Walpurgis, o mejor dicho, la noche de Walpurgis, ya hablábamos mi amiga Li y yo allá por los años 90.

Días más tarde fuimos a la galería de Topacio Fresh para criticar ver los dibujos de Aitor Saraiba y las fotos de Miguel Neira para Fangoria y decidimos, una vez más (y a riesgo de repetirme más que el ajo), que hoy en día cualquier mierda es arte. Gunillo no dejaba de decir algo que resulta sumamente evidente: todos son amigos, todos se echan una mano mutuamente, no hay cabida para gente desconocida o que no sea de su grupo, y todos los demás les reímos la gracia y acudimos como borregos a ver lo que hacen o dejan de hacer. Se exprimen los unos a los otros, sacan tajada del asunto, donde una canta también cantan los demás, y si una presenta un programa de tv ten por seguro que actuará alguien de su entorno... Una exposición termina siendo una sesión de dj's en la que se homenajea a un diseñador que es amigo íntimo de la cantante del grupo que, a su vez, es íntima de la galerista de antes, y unas sosísimas fotos en blanco y negro repetitivas hasta la saciedad y unos encuadres pésimos dan lugar a un nuevo artista emergente (como les gusta llamarlos) del que piensas "¿Si este tío puede, por qué yo no?". Por ser así (de patético, digo), los hemos bautizado como la Fangory. Y para echar más leña al fuego, ¿qué me decís de que se jacten tanto y anuncien a bombo y platillo que Juan Gatti haya diseñado el nuevo logo del disco, si lo único que ha hecho ha sido cambiar el texto de un diseño original de Warhol? ¿Qué mérito tiene éso? ¡Es que esto es muy fuerte, de verdad! Dejando un lado a todos éstos, la vergonzosa exposición del colectivo Zaj nos hizo reafirmarnos de nuevo y definitivamente en el concepto de mierda = arte. Sin comentarios... Ah, y por cierto, mensaje para la dueña de la galería: Topacio, querida, tener a tu esquelético-aunque-supongo-que-chic perrito en el local no hace otra cosa salvo ahuyentar a los visitantes.

Menos mal que en la Cow Parade, divertida y original, encontré el arte que necesitaba ver, a pesar de que no tuvimos tiempo ni ganas de completar el recorrido de más de 100 vacas. Aquí os dejo algunas de las fotos...

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... y de los pastelitos de diseño que adornaban el escaparate de la célebre pastelería Mallorca.

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Me invitaron a ir a los desfiles de Cibeles, pero tenía a Gunillo pachucho en casa y no me apetecía dejarle solito. Supongo que por el hecho de ser algo distinto habría estado bien acudir, pero es que realmente no me interesa la moda española, por lo que me da más o menos igual habérmelo perdido. Y lo que sí que no me perdí fue la asistencia al teatro dos veces en cuatro días. En el Alfil vimos el estupendo "Musicall", una original obra donde hay que ir mandando sms al número de teléfono que aparece en pantalla. Luego, con los actores y músicos en escena, y previa selección al azar de algunos de esos sms enviados anteriormente, el grupo improvisa una obra en clave musical y humorística. ¡Sorprendente y sin palabras! Y no, no había trampa, porque uno de los sms elegidos fue el que envió mi novio. Y por último, a modo de colofón, en el Muñoz Seca vimos lo que teníamos pendiente: "La duquesa al hoyo... y la viuda al bollo", la irreverente y divertida obra protagonizada por la fabulosa Terele Pávez, de la que ya nos hemos confesado fans fatales con anterioridad. Y, hablando de teatro, durante una de nuestras caminatas nos topamos con este infame cartel de otro, OTRO MÁS, maldito musical......

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Todo esto, unido a los atardeceres con frapuccinos de vainilla y muffins de arándanos en el Starbucks de Gran Vía mientras las luces se van iluminando, pasar el domingo en La Latina, los largos paseos por el barrio de Salamanca, el reencuentro con viejos amigos a los que hacía la tira de años que no veías, el juego de dibujo de creación de personajes, los programas televisivos de españoles viviendo en el extranjero (descarada copia del que emiten en Telemadrid por parte de TVE1), el Aquarius, la firme decisión de perfeccionar el inglés y aprender chino (Gunillo ya lleva un par de años estudiándolo), desempeñar nuestro papel de Reyes Magos del barrio, las fresas con naranja y azúcar, los proyectos de nuevos viajes, hojear libros sin prisa alguna en La Casa del Libro o en Subaquatica, encargar esto al fin para un servidor y las visitas entre semana con charlas, risas y cenas a casas de amigos no hacen otra cosa salvo recordarme que, ante tal actividad y ese nunca parar, tengo que volver. Debo volver.