24.3.09

Los últimos restos




















Cuando nos despidieron, alegaron que era debido a esa nueva histeria colectiva social llamada crisis. Mientras nos preparaban el finiquito y demás, decoraron todas las sucursales con flores del establecimiento más selecto y carísimo de la ciudad. Pero si no había dinero, ¿no?

La secretaria del hermano del jefe comenzó siendo una simple comercial y nadie sabe cómo, consiguió que hasta el pez más gordo comiera de su mano. Así da gusto, venirse de Sudamérica y acabar cobrando casi 3.000 euros al mes. La señora, cuando le venía en gana, a las 12 se largaba de la oficina para acudir a la mejor peluquería y colocarse unas extensiones de 600 euros, eso cuando no le daba por ir a retocarse las uñas de porcelana, que entonces ya no regresaba hasta la tarde, o directamente hasta el día siguiente. Era súper fan de Tous. Hay que ser hortera. Eso sí, fue la única que me llamó por teléfono para decirme que era un encanto y que había sido un placer trabajar conmigo. En el fondo me caía bien...

Había encargados de departamento que imprimían las fotos de los chalets de sus hijos y nos los iban mostrando, pavoneándose como pavos reales de pacotilla, valga la redundancia. "No me gusta, parece un colegio", dije yo al ver una de las fotos. "¿Cuándo y dónde habrás visto tú un colegio así?", me contestó el tipo. Qué insoportables.

En la planta de arriba de la empresa había innumerables cuadros de Antonio de Felipe, incluso en la casa del jefe había algunos que había pintado exclusivamente para ellos, como el retrato de su esposa y su hijo, un pijo insoportable que, como suele pasar con toda esta gentuza, no sabe hacer la O con un canuto. Esto me recuerda a cuando nos mudamos de edificio y la oficina estaba justo debajo de su casa. Una mañana bajó y me pidió que le ayudara a su madre a mandar por fax una copia de su DNI. El cabrón niñato, repeinado con tanta gomina que a su lado Mario Conde lo llevaba suelto, en lugar de bajar el DNI de su madre me hizo subir, cogerlo, bajar a fotocopiarlo, mandarlo por fax y de nuevo volver a subirlo. ¿Esta gente, me pregunto yo, si algún día no tienen a mano a su servicio de criados, sabrán freírse un huevo? Me consta que este chico estuvo trabajando un tiempo en Londres, así que imagino que tendría como asistenta a Rebeca Loos o a alguna de esas golfas.

Su señor padre, o sea, el señor jefe, despidió de un día para otro (realmente nos despidió miércoles para que dejáramos la empresa ese mismo viernes) a más de la mitad de la empresa, o mejor dicho empresas, porque tenía sucursales en más ciudades de España. Entre ellos, la chica del departamento laboral, encargada de las nóminas, altas, bajas y Seguridad Social. Vamos, alguien súper prescindible, como podéis ver... Me pareció muy bien, eso sí, que despidiera a tres o cuatro señores que sólo iban por las tardes con varias copas de más, fumando como carreteros y que no cumplían el horario impuesto, amén de que aún sigo sin saber qué puesto desempeñaban. Casi 2.000 euros al mes por cabeza. Muerto me quedé cuando supe que había despedido a sus propios hermanos, que se encargaban de la dirección de las sucursales de otras ciudades, y también a un famoso ex ministro de economía casado con una famosa filipina que, lo creais o no, le llevaba el tema económico. El señor jefe, el asqueroso prepotente nuevo rico, nos dio el notición y él siguió comprándose Bentleys, BMWs, Mercedes Benzs, yates, aviones particulares, mansiones, Chillidas y Vuittones por doquier. Ah, y ahora está emperrado en comprar un club de fútbol por 10 o 12 millones de euros. No había dinero para pagarnos por culpa de la crisis, claaaaro......

El trabajo que yo desempeñaba era como su bibliotecario/documentalista personal. Tenía que catalogar todas sus colecciones de libros, películas, discos, revistas, etc. Trabajo súper entretenido, minucioso y cultural. Al principio estaba en un piso yo solo junto a otro compañero, sin jefes ni presiones. Este compañero fue llamado, con los meses, a la oficinal central, por lo que me quedé yo solito en el piso, donde pasé los mejores meses de trabajo de mi vida. ¡Pocos descansos de 1 hora o más que me tomé! Al año y pico, yo también fui llamado a ocupar un puesto en la oficina central, y el cambio me disgustó muchísimo. Allí había jefes, compañeros, horarios que respetar...... y descansos de 20 minutos nada más. Cuando el jefe recibió nuevo material para catalogar, volví al pisito yo solo. Luego de nuevo a la central un par de meses, luego de vuelta al piso, luego a la central... y así estuve mareado durante más de 1 año. Ah, todo por el mismo y módico precio del principio de mi contrato, para que no se diga.

De más está decir que acabé hasta los mondongos de todos y cada uno de ellos, de sentirme el último mono, el que menos cobraba, ¡el que ni siquiera tenía pagas extras!. Con mis compañeros no me llevaba mal, pero yo es que no voy a los trabajos a hacer amigos, sino a hacer lo mío, a procurar que haya buen ambiente y que me paguen cada mes. Por supuesto, jamás acudí a ninguna comida de empresa, ni a los compromisos navideños, ni a fiestas que organizaban los domingos en la casa de campo de alguno de ellos y a las que yo también estaba invitado. No, no quería casamientos con ellos. Los amigos, fuera del trabajo, gracias.

Mención especial a ellas, mis compañeras, que ya dije en mi anterior y polémico post que no quiero volver a trabajar con mujeres. Fumadoras empedernidas, en cuanto no estaba el jefe delante se fumaban los cigarros allí mismo, sin pensar en si a alguien le molestaba el humo. Yo no voy a negar que de vez en cuando me gusta fumarme un cigarro, pero lo del olor a tabaco lo odio, máxime cuando llegaba a mi casa cada mediodía oliendo como si acabara de salir de una taberna. Y luego, a las señoras se les ponía en el coño que en pleno julio, con casi 40 grados de temperatura, el aire acondicionado molestaba, y lo quitaban sin más, porque les daba la gana a ellas, mientras que todos nos asábamos de calor y comenzábamos a abanicarnos. Eso sí, recuerdo una tarde la mar de amena que me llevé una botella de champán para celebrar mi cumple sólo con ellas y nos la bebimos en el parking de la empresa antes de subir a trabajar.

Y qué decir de mi trabajo, que he sido acusado varias veces por mis amigos de tener un trabajo fácil y de poca responsabilidad en el que me tocaba los huevos a menudo. Pues me gustaría detallar mi empleo una vez más: llegaban cajas de libros de distintas editoriales con colecciones completas (estamos hablando de más de 200 libros por colección). Tenías que escribir la sinopsis de cada uno, el número de páginas, el tipo de encuadernación, el año de edición, el precio, el género... y luego, irte a la sección de autores y rellenar la biografía del escritor con su bibliografía, fotos y premios recibidos. Cuando se trataba de discos, pues tenías que ripearlos, escanear la portada, añadir los colaboradores de cada canción (guitarristas, coros, etc.) y luego, cómo no, ir a autores y rellenar la ficha personal de todos y cada uno de los intérpretes. Si tocaban revistas, pues escribir una breve sinopsis de CADA reportaje que apareciera en ella y luego, en los dichosos autores, rellenar las fichas con la vida, obra y milagros de los periodistas, fotógrafos o la madre que los parió. Con las películas igual, así que ahorraremos líneas de texto en lo que respecta a completar datos de directores, productores, actores, directores de fotografía, compositores, etc. Hay que añadir que a menudo, bastante a menudo, los datos aparecían en inglés, francés o cualquier otro idioma, por lo que tenía que traducirlo todo al español, eso cuando había información al respecto, porque de muchos autores no existía la más mínima reseña en Internet (¡el célebre Pititis del Puerto!), ante lo cual mi jefe decía que eso no podía ser, que algo debía haber. Una tarde se me exigió completar la ficha de más de 300 autores en una semana, por lo que me tuve que traer trabajo a casa sin tener por qué. Recordemos, pues, todo ello por el mismo y módico precio de siempre...... Así que ya véis, queridos amigos, tenía un trabajo súper fácil de no hacer nada, ¿verdad?

Es cierto que yo me he quedado en el paro y que, a efectos, he salido perdiendo, pero ya para terminar, ahora que esta escoria de gente no forma parte de mi vida, me encantaría imaginar que están leyendo esto, por lo que les voy a dedicar una serie de puntos:

  • Como ya he dicho, en lugar de 20 minutos, me tomaba unos descansos de 1 hora o casi.
  • Algunas tardes, en lugar de salir a las 19 h, me iba a menos diez. Y cuando llegaba a las 16:30 h, no empezaba a trabajar hasta las 17 h.
  • Cuando os llamaba los lunes para deciros que estaba enfermo, en realidad estaba tan ricamente en mi casa, ya que mi novio había venido a verme y poner esa excusa significaba que él podía quedarse un día más aquí.
  • Como érais tan listos y no pedíais justificantes de médicos, aproveché para alegar visita a los mismos (siempre a media mañana de los viernes) cuando en realidad estaba cogiendo el tren de las 13 h con destino a Madrid y llegar 4 horas antes de lo previsto.
  • Cuando los jueves a mediodía decía "esta tarde tengo sesión de ozono para la espalda y como me pongo tan malo no sé si podré venir a trabajar mañana viernes", en realidad era porque también me iba a Madrid y así tenía 1 día más. Tontos, más que tontos, que los pinchazos de ozono sólo los ponen los miércoles por la mañana...
  • Mientras os íbais a tomar café y a fumar y dejábais el departamento solo (una vez que me mandaron a la oficina central junto a todo el mundo), yo me imprimí millones de cosas a todo color y en folios de alta calidad.
  • Y como el jefe era y es tan fantoche, fanfarrón y derrochador, compraba las cosas repetidas hasta 3 y 4 veces, por lo que en mi casa tengo varias copias de libros, catálogos, revistas y películas suyas que ahora son mías.
  • Ah, y tened por seguro que si llego a saber que el jefe ya no me vuelve a llamar para continuar la labor de catalogación (tras el despido se habló que él quería que yo siguiera haciéndole el trabajo de bibliotecario, pagándome en negro, pero nunca jamás se supo), me habría traído incluso uno de los Sony VAIO que rondaban por allí... Yo habré estado puteado, pero aprovecharme, también me he aprovechado de todo. Recordad asimismo que donde más afecta la crisis es en el sector inmobiliario y de la construcción, y en una empresa que se tocan ambos palos yo ya me estaría preocupando más de la cuenta...

¡Anda y tocaros el higo!

PD: Sí, el arañazo del cuadro de Audrey que adorna vuestro salón lo hice yo.