17.7.06

Diario de un verano en la ciudad (7)













No dejo de hablar con gente que trasnocha entre semana, sin estar de vacaciones, y vuelvo a considerarme en tierra de nadie. Es esa sensación de "ponedme junto a los más fiesteros y seré una balsa de aceite; colocadme junto a los más sosos y seré un auténtico terremoto". En el ejemplo que nos ocupa ahora, el de los rondadores nocturnos, diré que comparado con ellos ya no soy nada, pero nada destroyer. Todo lo contrario a 1996, cuando iba a Barcelona y aguantábamos 48 horas despiertos sólo a base de alcohol y tabaco (en los bares) y café y vídeos con entrevistas de La Veneno (fuera de ellos)...

... FLASHBACK...

... días de Satanassa, Dietrich, Metro y Arena, de escapadas a Andorra, días donde nuestra película fetiche -cual si de La Biblia se tratase- era "Showgirls". De gin-tonics a las tantas de la noche, entre semana, en el típico bar de la esquina de una calle cualquiera. Días que nos trajeron dos discos prácticamente de culto: "Hello" de Poe y "Do you like my tight sweater?" de Moloko. Días, en definitiva, de una vida despreocupada en la que lo único que nos interesaba era 1) ligar, 2) estar monos y 3) pasear por la Avda. Diagonal y coger los catálogos de Gucci y Versace de sus correspondientes boutiques. Con semejantes expectativas superficiales, ¿quién no va a querer trasnochar, si es cuando más despiertas están las musas y más fácilmente surgen las conversaciones? Pero, como dijo Björk, there's more to life than this... y yo he evolucionado. De cultura de club me queda más bien poco, y eso de salir caaaaaada finde para mí ya está absolutamente demodé.

Mis amigos saben que yo, hará cosa de 5 o 6 años, vivía por la noche únicamente, pero hace ya algún tiempo que descubrí las delicias de la luz del día, qué queréis que os diga. Que me sigue gustando salir a tomarme unas copas, por supuesto. Que me encanta arreglarme y dar una vuelta por ahí, por supuesto. Pero hijos, donde esté la mañana y, sobre todo, la tarde...

Hay gente que no entenderá que entre semana me acueste siempre sobre las 23:30 de la noche, pero lo que yo no entiendo es a esa gente que teniendo que madrugar se acuesten pasada la 1 de la madrugada. Es algo que no comprendo, lo siento. Es impensable el hecho de que yo me salte mis 6 o 7 horas de rigor, ya que si no lo hago me pongo de muy mal humor, amén de que sufro dolores de cabeza y la vista se me cansa hasta límites insospechados, y eso, en mi trabajo, no es un lujo que yo me pueda permitir, por lo que ahora odio, perdón, ODIO trasnochar. A mí no me vale eso de "salgo esta noche y empalmo con el trabajo", que me consta que lo hacen muchos y así rinden luego en la oficina... y ya se puede tratar del acontecimiento del siglo, que yo, como no caiga en finde, no asisto. Soy súper responsable en ese sentido. Mis amigos alucinan también con ésto, pero como soy tan de puntazos, lo consideran mi nueva excentricidad... ¡desde luego, vaya fama!

La ilustración de hoy es de Gracia Arias, un ilustrador de los años 60 que me entusiasma sobremanera. Esta en particular me resultaba a la vez terriblemente sexy y tremendamente terrorífica. ¡¡¡Es como el verano en la ciudad!!!

Y en el próximo capítulo de Rayos D: ¡¡¡Marsónico goes high-class!!! Visitaré las boutiques de Murcia donde venden cositas de Prada, Armani, Dolce & Gabbana y Versace. No os digo máis...