8.7.08

Los diarios veraniegos V

Siempre va a haber gente que no entienda que algunos fines de semana nos vayamos a nuestra casa de campo, y es algo que a mí personalmente ya me tiene súper aburrido de tanto escucharlo. Que si es que vamos a criar cabras, que si es que vamos a ordeñar a las vacas, que si qué diversión hay en aquello, que si no nos aburrimos, que si qué satisfacción encontramos allí, etc... Pues mira, la satisfacción de:

a) entrar en la provincia de Alicante, que ya supone unos 10 grados menos de calor.
b) no tener vecinos y, por ende, no escuchar absolutamente nada salvo a los pájaros y el viento colándose por entre los jazmineros del porche.
c) tener la playa, cines, tiendas, bares y restaurantes a 10 minutos en coche.
d) poder dormir sin aire acondicionado y, lo que es mejor, tapado con una sábana y una cubierta.
e) hacer vida social con mi familia al completo, porque mira tú por donde da la casualidad de que me llevo bien con ellos.
f) no tener Internet, ni ordenador, ni teléfono fijo y poder apagar el móvil de viernes a domingo.
g) despreocuparse de todo lo demás.

La verdad es que yo soy persona de adaptarme enseguida a todo, pero es cierto que me tira muchísimo la vida más allá de las ciudades. El bullicio y los escándalos no son lo mío. Y bueno, definitivamente, si vamos al campo cada x findes es ni más ni menos que porque nos sale del mondongo.

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Así empezó mi último finde.

El viernes por la noche estuvimos en Torrevieja, que también nos queda súper cerca, y lo cierto es que todo estaba lleno de martins, pero es que a mí me hacen gracia, con esos bronceados-gamba, ellos con esas sandalias con calcetines y ellas con esas lorzas y esas ropas apretujadas... ¡menudos personajes!. Esta multiculturalidad sí me gusta, no la otra. Torrevieja es uno de esos destinos turísticos en plan Benidorm: no tienen nada interesante, salvo edificios, tiendas, bares y restaurantes, pero es que la gente sólo busca eso y una playa. No va conmigo, porque se puede tener playa pero que el sitio sea bonito y digno de ver, como Santorini, Portofino o Marsella. Aún así, es divertido pasar un rato allí. Una vez en casa, el whisky con naranja corrió como la pólvora...

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Helado torreviejero y paraíso sacaperras.

El sábado, mañana en la playa con un sol indignante y un calor desesperante. Y por la tarde...

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Nos gustó mucho la película, nos gustó mucho la serie, aunque haya gente que la critique y la ponga a parir. No sé qué expectativas tenían los que ahora se quejan tras haberla visto, pero vamos, no estaría mal recordar una cosa: esto se llama "Sexo en Nueva York", no "Shakespeare en Manhattan" ni tampoco "Nietzsche en el Empire State", ¿vale? Las intenciones de la serie/película están más que claras y no creo que haga falta seguir con las críticas, máxime teniendo en cuenta los productos que circulan por televisión últimamente y que no sé por qué iban a ser distintos a éste, ¿u os tengo que recordar ese engendro catódico que acaba de estrenar Antena 3, llamado "Lalola"? Chico mujeriego que, previa maldición por parte de una ex despechada, se convierte en chica y tiene que aprender a vivir con ello. ¿No os suena la historia? Se ha repetido hasta la saciedad en el cine: "Este cuerpo no es el mío", "Una rubia muy dudosa" o la española "Pon un hombre en tu vida" son algunos de los ejemplos. Habrá a quien esta serie le parezca fresca, irreverente y original, pero a mí me resulta súper súper súper trilladísima y súper súper súper mala, empezando por la actriz protagonista con boca de pato, que ya me caía fatal en "7 vidas". De modo que "Sexo en Nueva York" es una película para fans de la serie, al igual que "Spiceworld" fue una película para fans de las Spice Girls. Quien quiera más cultura, que vaya a ver a Kurosawa.