Me gustan mucho las luces en la noche porque todo resulta más mágico y cálido. Me fijo bastante en las luminarias. Una iluminación adecuada lo cambia todo. Podría estar durante horas mirando escaparates de lámparas y siento especial predilección por las naranjas, amarillas y rojas. Si me gusta la Navidad es, entre otras cosas, por la jungla lumínica que resulta cada calle de cada ciudad o pueblo. No soporto las luces blancas muy claras, a las que yo denomino "luces con las que no se puede tener un mal día", porque te sacan cada poro que aún no está ni siquiera a la vista... Y luego hay otra escena totalmente distinta: un lugar solitario en medio de la nada, con una única luz, tenue, que se divisa a lo lejos, y que más que resultar algo mágico y cálido, se me antoja tremendamente fantasmagórico, ¡pero hasta eso me gusta! Asimismo me gustan mucho los colorines. Por esa razón, una noche de septiembre del año pasado, visité la feria de mi ciudad para hacer las llamativas (cromáticamente hablando) fotos que he colgado en mi galería de arte, el único lugar que mezcla lo que tanto me gusta: luces y colores vivos. A ver si tengo suerte y lo próximo que fotografío es un circo, o un local de lap-dance con la esperanza de encontrar una Nomi Malone o una Cristal Connors... Que paséis buen fin de semana.
