9.1.08

Año nuevo





















Los cambios, al igual que la soledad, si son impuestos no me gustan nada de nada. Soy de esas personas que se acostumbran a algo y en el mismo momento que se modifica algo, ¡boom!, me cabreo o me inquieto o me deprimo o lo veo todo negro o bla bla bla... Claro, que eso sólo dura un par de minutos, o de horas, o de días; el cuerpo humano tiende a acostumbrarse a todo, ya sea dolor o placer. Aprende a vivir con ello, aunque le cueste al principio. Me han vuelto a cambiar de oficina, esta vez de manera definitiva, así que ahora estoy rodeado de compañeros y jefes, por lo que se acabó el MSN, los kit-kat cada media hora y estar a tiro de piedra de las tiendas del centro. Esto último lo va a agradecer mi tarjeta, eso sí. Dicen que es mejor que esté aquí, con gente, en lugar de estar aislado en la otra oficina. No estoy nada de acuerdo, porque a mí me gusta trabajar solo, sin nadie más alrededor. De hecho ni siquiera he acudido a las comidas, fiestas o similares que organiza esta empresa. ¿Seré un antisocial?

Un mes y pico es lo que tengo que esperar para poder ir a Madrid de nuevo. Estoy intentando no ponerme nervioso, pero si me paro a pensar en ello, ¡me subo por las paredes! Gunillo ha sido renovado en su compañía aérea (uno de los poquísimos) y tiene todo el mes repleto de vuelos. Necesito un cambio en este sentido.

El blog. Pues es típico decirlo, pero es que todo esto me aburre un poco. De todas maneras seguir enganchado a los blogs a estas alturas creo que resulta obsoleto. Las cosas tienen una vigencia, al menos para mí, y por eso me resulta extraño que la gente siga actualizando 5 o 6 veces al día, o 1 cada día, y que respondan a los 45 comentarios que les dejan. Desde luego, para mí eso tuvo sentido hace 2 años, pero no ahora. Es como seguir alargando la fama de la innecesaria Terremoto y de otras travestis que todos conocemos. En los 90 tuvo su gracia; ahora no, ni de coña. Pero aquí seguimos, no obstante... sólo que ahora de un modo más relajado

¿Mis regalos de Navidad? ¡Y a usted qué le importa! Estaría bueno que dedicara un post a mis regalos. Eso sí, la Navidad ha pasado extremadamente rápida. No he dejado de hacer cosas ni un solo día, razón por la que cuando tuve que volver al trabajo sufrí una pequeña gran crisis. Ha estado bien, gracias a Dios, aunque no he podido evitar dejar de pensar con cierta tristeza en toda esa gente que habrá pasado las fiestas en soledad. Por un cambio de planes pude pasar finalmente un divertido y glorioso Fin de Año en Madrid, aunque eso a su vez me llevó a ver aniquilada mi cámara de fotos Nikon del año 2004. Snif...