9.6.06

Celuloide















A mi amiga H le encantan las películas cursis, las pasteladas más pastelosas, sobre todo si provienen de Hollywood. Todo lo protagonizado por Meg Ryan, Jennifer Aniston, Sandra Bullock y similares es santo de su devoción. Le chiflan las grandes historias de amor, las tramas predecibles y los finales felices, porque dice que para sufrir ya está la vida. Le encantan las películas antiguas de Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe y Audrey Hepburn. No le gusta Tim Burton, ni el cine europeo, ni mucho menos el español, del que considera que abusa mucho de desnudos (femeninos) injustificados. Sólo rescata a Almodóvar y alguna que otra película suelta, como “Cha cha cha” o “Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí”.

La tía de H, por cierto, es también admiradora absoluta de las películas antiguas tan llenas de glamour y grandes actrices, y fabulosos vestidos, y joyas, y todo, y asegura que no se morirá con las ganas de verme bajar por una escalera al más puro estilo de Gloria Swanson en “El crepúsculo de los dioses”. ¡Ahí es nada! Me tiene muy mitificado e idealizado, sí (risas)

A mi amiga G le entusiasma el cine de terror, el gore, lo más brutal y explícito que se pueda hacer siempre le parece poco. Ella necesita más, por eso es fan incondicional de Tarantino, sobre todo de “Reservoir dogs”. Su saga favorita es la de Elm Street y de las últimas que ha visto se ha enamorado de “Hostel”, que me consta que es lo más desagradable que se ha hecho en cine desde hace años. Comparte conmigo su desinterés hacia la saga de Star Wars, que nunca nos ha mantenido enganchados más de 10 minutos, y mira que hemos intentado verla varias veces, pero nada, no hay manera.

A mi amigo J le chifla la ciencia ficción, sobre todo la saga de Alien. A mí estas películas me resultan frías y con una trama y lenguaje que me lían de mala manera. No suelo enterarme de nada, pero en cambio me gustó “Blade Runner”. De este género, las películas o, mejor dicho, series que tendríamos en común serían “V” y “Ulises 31”. Y luego está la divertida, mariquita, travestida y corrosiva “Un casino en el espacio” (“Vegas in Space”), de la productora de cine de serie b Troma, famosa por haber dado a luz al vengador tóxico.

A mis padres les gusta ver una película en vivo y en directo, aunque se tengan que tragar los anuncios. Más de una vez les he explicado que esa película en cuestión la teníamos en dvd, que si querían verla sin anuncios, y me han dicho que naranjas de la china, que a ellos lo que les gustaba era hacer zapping a diestro y siniestro en el momento de la publicidad, y, caso de encontrar otra película mejor en otra cadena, quedarse a verla.

Mi hermana disfruta con los dramas. De hecho se monta un drama con cualquier película. Lloró con “La novia cadáver” y siempre intenta ponerse atrás del todo para poder llorar sin que mis sobrinos y yo nos riamos de ella. Asegura que no tenemos sentimientos...

Y yo, por mi parte, además de compartir con ellos parte de sus gustos cinematográficos, sólo diré que únicamente acudo al cine para ver películas artificiales, con muchos efectos especiales, grandes espectáculos dignos de ser vistos a pantalla completa. Aunque a veces sea justo al contrario, casi todo el rato prefiero el artificio, lo recargado, lo falso. No es de extrañar que dos de mis fotógrafos predilectos sean David Lachapelle y Pierre et Gilles. Para historias reales ya tenemos el dvd. Y la vida misma...