14.1.09

La insoportable estupidez del ser




















No sé si habéis reparado alguna vez en ese curioso hecho que nos lleva, a algunos, a no poder evitar leer a un escritor al que no aguantamos, ver un programa de tv que no soportamos, escuchar a un artista al que no toleramos, etc... Yo soy el primero en criticar algunas páginas personales de otra gente, las cuales no puedo dejar de mirar a diario; o de acabar viendo películas que en su momento de estreno se convierten en el boom de la temporada y que previamente pongo a parir, tanto a la peli en sí como a los borregos que las ven en el cine. Lo más curioso es que durante el visionado/lectura/o sea cual sea la acción llevada a cabo, no dejo de seguir criticando el producto o poniéndome de los nervios. Esta especial, ridícula y estrambótica atracción se resume en un "¡me lo paso bomba con las cosas que me tocan las narices!". A otras, en cambio, ni me acerco lo más mínimo. He dicho que soy rarito, pero no masoquista.

Uno de esos lugares amor-odio que tan frecuemente visito y que, de hecho, figura en mis favoritos del blog, es el ídem de Alaska y Mario. Seamos sinceros: ¿qué tiene de importante lo que cuenta esta pareja en su bitácora? Según ellos, son mensajes que se dejan el uno al otro de cosas que han olvidado decirse durante el día. Cuando el tema que se trata es la compra de algunas obras de arte de tal artista para decorar el novísimo piso de Gran Vía, entiendo que se trate de una cuestión tan fácil de olvidar que es mejor dejarlo caer en un blog a la vista de mucha gente que vea lo guays que sois, la pasta que manejáis, las propiedades que tenéis y lo súper molona y artística que es vuestra vida, ¿verdad? Me río yo de los que van de tirados por la vida, con pinta de ponerse a pedir en la boca del Metro y de empezar con un porro y acabar "inyectándose marihuana en jeringuillas", son los primeros que no saben existir más allá de Chanel o Louis Vuitton (ridícula la última entrada del blog de estos dos, en la que hablaban de los regalos navideños y de que se estaban reservando para comprar la nueva colección de Vuitton reversionada por Sprouse, que me parece un horror). Con todo esto, unido a la presentación que hacen en cuanto a que su blog es un espacio cerrado al que sólo tienen acceso ellos dos, yo sólo desearía que no les visitara nadie y que les dejaran a los dos solitos, a ver si iban a seguir escribiendo tanta parida pseudointelectual y fashionista. Pero el caso es que yo soy uno de los que lo hacen... ¡supongo que para luego poder ponerles a parir!

Otro ejemplo de esta relación amor-odio es la que mantengo con "Aída", serie grotesca, ínfima, mala, predecible y vulgar hasta la médula, pero que tampoco puedo dejar de ver cada vez que me acuerdo de que la emiten (yo es que lo de sentarme a ver la tele es un deporte que no suelo practicar). Siempre los mismos personajes, siempre las mismas tramas, los mismos chistes de hace 100 años, los mismos guiones hechos para niños (ergo: como dije antes, todo súper predecible), actores sin gracia (salvo Carmen Machi), ¡y para colmo la BSO interpretada por Bebe, la perrifláutica comunista! Por lo visto, me gusta torturarme.

El último caso de estupidez humana, en el que de momento no he caído y creo que no lo haré, es el de Beth Ditto. Un engendro musical estadounidense, declarada punk, lesbiana y feminista, que asegura que ni se depila ni utiliza desodorante. "Una chica punk no debe oler bien" es una de las paridas mentales que ha soltado por su boquita. Desde luego, con semejante currículum en cuanto a forma de ser no va a tenerme a mí también como fan, ni siquiera como curioso investigador de sus andanzas, que esa es otra, porque la historia que reza que de niña comía ardillas daría para mucho, ¡y no hablemos de su relación sentimental con un transexual!. El caso es que Beth Ditto es una de esas obesas mórbidas que se embuten en monos de látex para intentar demostrar no sé qué exactamente. Y, como no podía ser de otra manera, entre su legión de admiradores se encuentran las tontas modernas de siempre, razón por la que alguna que otra ocasión hayamos bailado esto en ciertos locales modernísimos de la capi. ¡Oysch! A continuación os dejo este enlace para que os espantéis con sus fotos.

Si por el contrario queréis ver algo más agradable, pinchad aquí. El viernes 30 actuará en el club Ocho y Medio y espero poder ir a verla. Sería una gran manera de empezar bien el año musicalmente hablando ¿no os parece? Es la novedad musical que más me interesa ahora mismo. A mí es que, a diferencia de lo que dicen en otros blogs, los 80 me gustaron tantísimo que jamás me cansaré de que los reivindiquen. Claro, que de ahí a colocarme aquellas hombreras y esos pantalones pesqueros, puesssssss...................