El viernes quedé con mi amiga R., a la que no veía desde el otoño pasado, y nos pasamos la tarde de compras, luego de cena y por último de copas en mi casa. Hablamos de lo muchísimo que nos gustaría cambiar de ciudad, si no para siempre, al menos durante un tiempo. Sus mejores amigas viven en la capital del reino, y R. hablaba de la posibilidad de que al trasladarse a Madrid, esa relación tan especial y mágica que tenían desde hace ya muchos años se pudiera romper por culpa de la monotonía y el contacto diario. Le dije que el ser humano tendía a acostumbrarse a las situaciones sin darse cuenta, y que cuando menos lo esperaba, estaba adaptado del todo. No obstante, si te paras a pensarlo, por mucho que te mueras por estar con una persona, quizás sea mejor no verla a diario para no perder esa magia. Yo, por mi parte, soy muy de cogerle cariño enseguida a la gente y de querer hacer mil cosas con ellos/as, pero sé de sobra que necesito igualmente mis momentos de soledad. Ahí es cuando empiezo a entender que una relación a distancia, sea del tipo que sea, no es tan horrorosa como todos la pintamos, o quizás es una buena manera de intentar llevarlo lo mejor posible ;) porque difícil, es un rato... Esto no quiere decir que luego no tenga yo mis momentos de desear con fuerza estar día y noche al lado de algún ser querido que viva relativamente lejos, ojo... que por mucho que me guste tener mis ratos para mí mismo, también tengo esa parte visceral/pasional/emocional que me tira mucho.
El sábado cené con mis chicas, Sauron y Caipirinha, que por otra parte no las veía desde antes de mi último finde en Madrid y había mucho que contar por ambas partes, y muchas risas que echarse (y muchos Martinis que tomarse). Y el domingo me pasé prácticamente todo el día pegado al teléfono con Gunillo y Miss Ketchup, amén de quedar nuevamente con mi amiga R., con la que discutí acerca de votar o no votar, bueno, más bien discutió ella, diciéndome que le parecía muy mal que yo no emitiera ningún voto, pero veréis, del mismo modo que una persona es libre para votar, yo también lo soy para no hacerlo, y punto. Nunca me ha interesado la política y siempre he sido de los que piensan que por un voto más no se va a conseguir nada. Tal vez algún día me arrepienta de ello y me dé de bofetones por no haberlo hecho cuando era debido, pero hasta la fecha, seguiré siendo apolítico puro y duro.
En otro orden de cosas, esta semana me toca archivar/catalogar incunables, libros que son en sí mismos obras de arte, maravillas de la artesanía. Un solo ejemplar cuesta más de lo que yo podría ganar en 1 año y medio, así que imaginaos el cuidado que debo llevar con ellos. He de fotografiarlos porque en el escáner es imposible meterlos (algunos miden más de un metro de alto), y está terminantemente prohibido colocarles la etiqueta con el código de barras para que luego mi jefe le pase la pistola láser y lea la info en la pantalla del pc. Fue idea mía, porque el resto de la gente de aquí es un poco bruta... Por otra parte, acabo de comprarle a mi sobrino por eBay el regalo de su santo, porque ayer me lo puso a huevo mientras navegábamos juntos (una action figure de Final Fantasy VII). Tras dolores de espalda, esta semana vuelvo al gimnasio. Y, por último, Eric y un servidor estamos preparando algo que esperamos guste a todos los amantes del arte fotográfico y del mundo del diseño. Ya iremos informando.