27.2.06

Casi imposible

















Mensaje para mis fieles y para todo aquel que guste de pasarse por aquí de vez en cuando: en estos momentos mi vida transcurre de un modo acelerado y sin pausa y no he encontrado el momento de poder actualizar este blog. Confío en poder hacerlo en breve, así como visitar vuestros espacios y poder contestar vuestros posts en la medida de lo posible. No tengo tiempo ni de ponerme nervioso... ¡¡¡No os olvidéis de mí, porfa, que yo no me olvido de vosotros!!!

Besos y abrazos para todos.

17.2.06

Trotamundos urbano





















Este sí que (espero) va a ser un post breve, para que no se queje nadie, hombre ya, aunque tampoco prometo nada, ojo. Este es el último fin de semana que paso como desempleado, porque a partir del lunes empiezo a trabajar en una tienda súper pija, en pleno centro de la ciudad, en el casco antiguo, junto a maravillosos monumentos arquitectónicos. Lo que más me gusta del asunto es que se trata de una tienda de antigüedades y piezas exclusivas encontradas y traídas de India, África y lugares recónditos y exóticos. De modo que de ahora en adelante voy a ser una especie de Fanmakimaki trotamundos, sólo que sin salir de Murcia.

En la tienda también se precisa buena mano para pintar y restaurar artículos, y han dado con la persona idónea. No es por echarme flores, pero ya sabéis que yo nací siendo artista y esas cosas se me dan bien. El día que hice la entrevista estaban redecorando con pintura dorada un cuenco antiguo, y ayer, justo cuando firmé el contrato, lijaban un par de imperfecciones y daban una mano de barniz a una mesa súper rarísima de madera que no habría desentonado en una película de Tim Burton.

Seremos dos chicas y yo. A veces colabora una monja en las tareas de restauración. Los últimos artículos que han llegado son una especie de cometas de madera rarísimas, a la par que chulísimas, con forma de dragones chinos. Geniales.

Todo esto surgió del modo más inesperado y prácticamente ridículo, en el sentido de que alguien me dice que iba a encontrar trabajo a través del INEM y me hubiera reído en su cara a carcajada limpia. Sí… el INEM me mandó una carta citándome en dicho establecimiento y yo me personé a los dos o tres días. Al concluir la entrevista, y previo aviso de que tenía que entrevistar a más gente, la chica me guiñó un ojo diciéndome: “Yo creo que tú vas a tener suerte, ya verás”. Y fijaos, a la semana exacta me han llamado para decirme que he sido el elegido por una cuestión de muy buenas vibraciones.

En cuestión de 1 día todo ha cambiado a mi alrededor. Es sorprendente, pero después de tanta entrevista y tanto currículum enviado y tanta solicitud y tantos viajes a las empresas, digo yo que ya era hora de que me saliera algo decente. Esta semana se me despidió otra alumna por haber completado ya los conocimientos que deseaba tener, así que me encontré con que cada vez me iban quedando menos clases y que no encontraba nada mejor. Como complemento está genial, pero no para tenerlo como trabajo de por vida. Las cosas han cambiado hasta en mis tareas de profesor particular, porque a una de mis alumnas ya ni siquiera le doy clases de informática o fotografía, ¡sino que ahora estamos con historia del arte e historia contemporánea! Muy fuerte. Supongo que aprovecharé mi día libre para dar las clases que pueda y ganar un dinero extra que nunca, absolutamente nunca (y mucho menos en mi caso), viene mal. Y digo esto porque el que yo firme un contrato equivale a salir inmediatamente de compras. Y ayer pasé media tarde en la tienda U de Adolfo Domínguez comprando complementos, porque a excepción de su ropa, me gusta su ropa interior, sus zapas, sus cinturones y sus bolsos/bandoleras. No os digo más… Tendré que trabajar los sábados, pero a mí ya me da lo mismo todo. Mi día libre será el lunes. Me hubiera gustado tener un trabajo como diseñador gráfico, de lunes a jueves todo el día, viernes sólo por la mañana, pero tampoco puedo estar esperando a que me llegue una oportunidad así de perfecta. Ya estamos en una edad y en unas circunstancias en las que hay que abrirse a más empleos. No obstante, y como decía al principio, es sorprendente, porque justo tras firmar el contrato, y en plena jornada de compras con mi mejor amigo, mi móvil sonó dos veces prácticamente seguidas, de dos empresas distintas que han llegado a mí gracias a contactos que tiene uno. Tengo que realizar la página web de cada empresa, así como unos manuales (uno en formato papel y otro en formato cd interactivo) para unos cursos que van a ofrecer a distancia a otras empresas. No sé de dónde voy a sacar tiempo, pero he dicho que sí a todo. ¡Será porque quiero comprarme un VAIO!

PD: Terminantemente prohibido dejar comentarios en plan “¿Ves?, ¡te dije que todo llegaba, que no había que desesperarse!”, porque es la frase que más veces he escuchado en menos de 24 horas (risas)

15.2.06

Historietas (o los últimos restos mortales del dodo)





















Me he propuesto escribir posts más cortos. A la gente se le hace muy cuesta arriba leer tanto y tener que comentar después. Pero es que yo soy así de radical: o no escribo absolutamente nada o lo escribo absolutamente todo.

El otro día, en Zara, se me acercó un chico extranjero preguntándome si la camisa que había elegido era de hombre. Le dije que sí, y como tampoco entendía la simbología de las tallas de ropa, le comenté que en lugar de la M yo le veía más bien con la L, que fuese a cambiarla. Y lo hizo. Todo esto me salió la mar de fluído en inglés y recordé mi entrevista (por llamarla de algún modo) para Ikea y mi frustración al ver como mis convicciones acerca de mis conocimientos de inglés se me iban al traste. Las he recuperado otra vez. Hay cosas que sabes hacer muy bien, o simplemente bien, pero cuando estás bajo presión o te sientes observado no puedes evitar que te salgan mal. Me preguntó si hablaba inglés, le dije que un poquito porque ya no sé hasta dónde puedo llegar, y acabó interesándose por mi procedencia, si era español y todo eso. Le dije que sí y con las mismas pagué y me fui porque tenía prisa. Sólo me habría faltado que me enseñara la mano cubierta de chapas... ¡o peor aún, otra cosa! (ya se sabe que los negros...).

Mi mejor amigo ha cortado la relación sentimental que mantenía desde hace casi 8 años con su pareja. Lo hizo en Nochebuena y yo me he enterado esta semana. No me he cabreado con él porque sé perfectamente que cuando uno sale de una relación no quiere que nadie sepa nada por miedo a que las cosas se estropeen mucho más (la inocencia de pensar que todo se va a arreglar). El caso es que no ha pasado ni 1 mes y ya está con otra persona. Mi amigo no sale nunca, no se relaciona con nadie nuevo salvo con las personas a las que conoce desde hace años. No acude a fiestas ni tampoco frecuenta bares, ni siquiera tiene Internet en casa, y no pisa jamás los cibercafés. La misma actitud pasiva cuando se trata de buscar trabajo: no compra periódicos, no se apunta a bolsas de trabajo, no se prepara oposiciones, no mira ofertas. Es una de esas personas que se levantan todas las mañanas prácticamente a la hora de comer y que se queda hasta las tantas de la madrugada viendo la tele. Por lo tanto, yo no puedo evitar pillarme un cabreo del quince cada vez que me comenta que le ha salido trabajo o que, como ha ocurrido ahora, ha conocido a alguien nuevo. ¿Por qué me cabreo? Porque él no hace nada y las cosas le caen del cielo. Y los que nos esforzamos y casi volvemos locos por conseguir determinados objetivos vemos que no son recompensados nuestros esfuerzos. No sé a vosotros, pero a mí me cabrea ésto.

Los contadores que instalé en mis dos blogs de Blogger me indican que los Rayos D ganan a Proceso Estático por unas mil doscientas visitas más. Es decir, que la gente prefiere leerme 1.200 veces antes que verme. Un poco preocupante, ¿no? ¡Seguro que si fuese al revés me estaría quejando igualmente! Y no, no voy a optar por mostrarme desnudo en mis fotos para atraer más público. Quiero pensar que a la gente que me visita le da mucha pereza pinchar en mis enlaces... anda, hombres/mujeres de Dios, prodigaos más por mi parte gráfica ¡¡¡JO!!!

Musicalmente seguimos nutridos. Discografía completa de Ivy (todo muy bonito e inspirador, ora bailable, ora atmosférico-relajante, a pesar de haber destrozado uno de mis temas favoritos: "Digging your scene" de los Blow Monkeys), “Bad karma” de Hecq (una vertiente súper oscurísima e inquietante de la electrónica –el título no presagia nada positivo-, algo así como la terrorífica imagen de los vídeos de Aphex Twin hecha música, aunque con un precioso y sorprendente packaging), “Coles corner” de Richard Hawley (¡qué delicia de disco!, y otra bonita portada), discografía completa de Paloalto (rock independiente, muy en la línea de Neve). Al fin tengo en cd el único disco de Janet Jackson que me gusta, “Rhythm Nation 1814”, una producción de 1989 que se presentó al mundo a modo de mini película de 30 minutos, filmada en blanco y negro, en una ciudad al más puro estilo “Metrópolis”, y conteniendo la mayoría de las canciones del disco. Me impactó y gustó tantísimo que mi padre me acabó comprando el vinilo. Ahora, diecisiete años después, y ya que jubilé hace tiempo a mi tocadiscos, vuelvo a disfrutar de él. Por otra parte, y ya que soy tan dado a los revivals, estoy rescatando del olvido a los artistas británicos de esa época dorada de principios de los 90 que formaron parte de aquel movimiento neo-psicodélico también conocido como el sonido Manchester. Echobelly, The Charlatans, Happy Mondays, Soup Dragons, The Stone Roses, Primal Scream, Ride... ¡¿alguien recuerda esta fantástica época?! Tras los prolíficos y divertidos años 80, fue lo mejor que le pasó al mundo de la música.

La ilustración de hoy muestra una escena del libro "Alicia en el país de las Maravillas", de Lewis Carroll, y es el primer encuentro de Alicia con el señor Dodo. El mundo de Alicia, así como el del mago de Oz, es una de mis más frecuentes e inagotables fuentes de inspiración. Del mismo modo, ambos libros y/o películas van unidas irremediablemente a mi infancia y, por consiguiente, a mi vida. Para colmo, Aimee Mann tuvo que poner al dodo en la portada de su tercer álbum para demostrar de nuevo que tenía que ser mi artista fetiche por excelencia sin más narices.

Finalmente, la otra noche estuve cenando con unos amigos en un restaurante asiático al que seguíamos sin ir, y se obró el milagro que tanto tiempo llevaba esperando: probé el sushi. Mi amiga P, sentada a mi lado, lo tuvo que escupir inmediatamente en su servilleta. A mí me gustó más de lo que pensaba, aunque tampoco para repetir a diario. Luego fuimos a tomar unas copas a un irlandés y, para no variar, tiré mi gin-tonic, prácticamente recién servido, sobre los vaqueros de P. Es bastante habitual que tire mis copas, así que tened cuidado si algún día coincidimos en una fiesta. Al día siguiente salí a cenar con mis padres y comí pollo a las brasas. De oriente a occidente en sólo 24 horas. Aunque tal y como estamos con la gripe aviar y su inminente llegada a nuestro país va a ser cuestión de olvidarse de Asia...

11.2.06

Perdido en el espacio












Aquella noche volvía a casa en coche por la 24. Me encontraba inusualmente inquieto. Me desvié de la autopista sin motivo aparente, siguiendo las indicaciones que había visto en una de esas señales de piedra. Sentía que debía ir por ese camino.

Una vez fuera de la autopista se hizo inmediatamente de noche. Muy de noche.

Estaba escuchando una vieja cinta en mi radiocasete, y cuando terminó… un silencio mortal llenó el coche. Ante mí había una avenida de árboles alineados a ambos lados de la carretera. Se veían hermosos bajo la tenue luz crepuscular. A lo largo del camino podía ver las granjas. La luz que procedía de sus ventanas era tan acogedora como ominosa. Imaginé las discretas vidas de los granjeros que vivían allí.

Una gran oscuridad descendió hasta posarse sobre los faros delanteros. Me sentí aislado… absurdo. “¿Qué estoy haciendo aquí?”. Detuve el coche al instante. Di media vuelta y regresé a la autopista. Dejé el radiocasete apagado y conduje a casa escuchando únicamente el ruido del motor.

Cuando llegué me dirigí directamente al sótano, al pequeño cuarto donde suelo escuchar música. Puse varios discos en vano… tratando de encontrar algo que animara y mantuviese a flote mi pésimo humor. Fue entonces cuando encontré un disco que no era capaz de recordar. Ni siquiera el título me resultaba vagamente familiar. Lo puse en el plato del tocadiscos y coloqué la aguja sobre él.

Era maravilloso. ¡¿Cómo podía haberme olvidado de aquel disco?! Durante los 2 o 3 minutos que duró la canción me sentí traspasado… liberado de mis preocupaciones triviales y mi autocompasión. Y entonces, el disco terminó.

“Oh, vaya…”

8.2.06

Andanzas en la milla de oro
















Nenes y nenas, Marsónico ha vuelto, más prolífico que de costumbre, y será mejor que os aprovechéis de la oferta especial y limitada porque yo me conozco y seguro que dentro de poco me tocará una época de vacas flacas o falta de inspiración para actualizar tan a menudo. De momento os notifico que la segunda parte de mis memes pendientes no se llevará a cabo por una cuestión bastante simple: no puedo hacer un alfabeto musical y colocar en cada letra todos los artistas que me gustan porque me temo que a la hora de publicarlo me llevaría una semana entera… soy una persona demasiado mitómana y no puedo hacer algo así, ¡lo siento Gatchan! Supongo que un par de fotos más con alguna sonrisa impagable servirán como disculpas por no haberte devuelto el meme irresuelto. Y por cierto, que estoy trabajando en mi futura web donde ofreceré miles de servicios (ninguno de ellos sexual, os aviso). Más información, aquí.

Me he enamorado hasta las trancas de “Sun, sun, sun” (Sub Pop Records / 2006), el segundo álbum de The Elected, un grupo de cuatro californianos al que le hacen unas fotos preciosas y cuya portada de dicho cd me vuelve aún más loco si cabe con ese aspecto envejecido, de hecho esa fue la principal causa por la que me hice con él. Es el primer disco del año que se convierte en uno de mis favoritos, y el más reciente, ya que salió a la venta el día 24 de enero. Seguí la recomendación a través de la Rolling Stone de este mes, con Madonna en portada, y realmente no me ha defraudado, para colmo ellos ya lo catalogaban como uno de los mejores discos del año que acaba de empezar, y que yo lo afirme también sólo demuestra lo evidente –está claro que no será así para todo el mundo. Por ahora sólo me falta escuchar el nuevo de Belle and Sebastian, “The life pursuit”, y ver si me dejan el mismo buen sabor de boca que de costumbre. Una de las principales causas por las que necesito ya mi ansiado iPod negro de 30GB es para poder transferir y disfrutar de toooooooodos mis nuevos discos que sigo sin escuchar a día de hoy por motivos que van desde las prisas hasta las multitareas. Por ejemplo, las discografías completas de Fiona Apple, Matt Bianco y Nick Drake. Y muchos, muchos, muchos más… esto es lo malo de tener tanta música, que luego no disfrutas de los discos del mismo modo que si a tu cedeteca llegara un disco nuevo cada mes o mes y pico. En mi caso, hay días que a mi cedeteca pueden llegar a entrar perfectamente más de 10 discos. Así no hay manera, ¿lo veis?, ¡¡¡NECESITO YA UN IPOD, HOMBRE!!!

Aparte de todo esto, hoy estoy aquí para narrar mis peripecias en algo tan aparentemente sencillo como salir de compras y que acabe convirtiéndose en un pequeño catálogo de estulticias. Yo soy súper consumista, por eso me viene tan de perlas este trabajillo extra de profesor particular que me salió hará cosa de tres meses, aunque lo malo del asunto es que las clases las doy justo en la zona peligrosa de Murcia: Gran Vía y alrededores, o lo que es lo mismo, el epicentro de Inditex. A veces nada más salir de dar una clase y de haber depositado mi sabiduría en casas ajenas me planto en las tiendas y me compro alguna cosita. El otro día sin ir más lejos, dispuestísimo que iba yo a comprarme el jodido iPod y me suelta la dependienta del Corte Inglés –riéndose en mi cara- que están agotados y que Apple no les ha notificado nada acerca de una nueva remesa, que me pase en Febrero… pues lo que hice fue pasarme, pero por Zara, y adquirir un montón de prendas para apaciguar mi cabreo. Modernas tocapelotas… ¡ahora nos ha dado a todos por el iPod! La otra mañana, por cierto, en Pull & Bear, me estoy probando unos baggy jeans en esos enooormes probadores que nos han puesto nuevos y de repente empieza sonar el “Do you want to” de Franz Ferdinand, ¡qué subidón! Sé que la mitad de los que me leéis odiáis a este grupo, pero chicos, lo siento pero a mí me encantan, y desde que he descubierto que uno de ellos tiene un culo de alucine, pues como que me gustan más (…). Bueno, pues nada, que allí estaba yo, cantando y bailando comedidamente mientras me probaba los vaqueros, y al mismo tiempo alucinando por el hilo musical ya que por norma general y por Norma Duval allí siempre suelen poner música house o lounge. Pero bueno, el probador era lo bastante grande como para llevar a cabo semejante performance, porque, en serio, qué gusto da probarse la ropa así, y no en esas cajas de cerillas de Bershka que, como diría la genial Elvira refiriéndose al tamaño, “parecen de ciencia ficción” (sic). Compré los vaqueros. Pues llegué a casa, me los volví a probar y lo único que pude articular fue algo parecido a un “¡¿Peroquéputamierdadevaquerosmehecompradoyoooo?!”. Los espejos de las tiendas están trucados, ya no hay duda, y si encima te pruebas algo cuando ponen una canción que te gusta tanto lo más seguro es que al estar tan subyugado encuentres la prenda en cuestión tan perfecta que acabes comprándola. Craso error… procurad ir a las tiendas con tapones en los oídos.

Luego estuve por Bershka, buscando una maldita camiseta de la nueva colección que me ha costado por lo pronto tener que estar yendo durante dos semanas ininterrumpidas para ver si había llegado al fin mi talla. Pues nada, que tampoco había llegado esta vez, y el caso es que me parece que es la camiseta más gay que han recibido en toda la historia de dicha tienda, razón por la que esté agotada. Vamos, que ni el iPod o las Converse. Me cabreé tanto que me compré otra distinta… y también robé otra. Sí, lo que leéis, robé otra porque no llevaba alarma y porque después de toooooodo el dineral que me he dejado en esa tienda, y ante la imposibilidad de que ellos satisfagan al cliente VIP por antonomasia con algún detallito, decidí autorregalármela yo, ¡hombre ya! El caso es que estando allí, antes del hurto y de la compra –porque yo soy un buen chico y para no quedar mal del todo pues pago algo- noto que alguien me toca en el hombro y escucho una voz masculina. En esta ciudad, queridos amigos todos, cuando alguien te hace eso no puedes evitar ponerte a temblar, porque normalmente se tratará de esa persona a la que no esperas o no quieres ver. Murcia es la ciudad maqueta por excelencia. Pues afortunadamente era un chico desconocido, preguntándome dónde me había comprado mis chapas. Otro chico que también ojeaba la ropa se nos quedó mirando con cara de… de no sé, no se me ocurre ninguna cara, o a lo mejor es que entendió que cuánto cobraba yo por las chapas (vamos, por ser chapero, coño). El caso es que yo pensé para mis adentros: “¿Ves?, muchas veces vas por la calle, ves a alguien que lleva algo que te gusta mucho y nunca te atreves a preguntarle dónde lo ha comprado, y este chico se ha atrevido a hacerlo conmigo”, y acto seguido le conté de dónde procedían. Y va y me suelta “Es que las colecciono”, y me muestra su mano derecha a modo de bandeja sujetando al menos 20 chapitas, colocadas de tal modo que podía verlas todas… ¡¿cómo coño se saca uno la mano del bolsillo con cerca de 20 chapitas dispuestas a lo largo y ancho, como en plan expositor?! ¡¿Llevándolas clavadas?! ¡¿Pegándolas en la palma con Superglue?! Me quedé muerto, por supuesto. Era como si fueran un apéndice más de su cuerpo, como unas ventosas… Pues cogí y me fui de Bershka. Yo no tenía por qué aguantar esas rarezas… Por otra parte, me gustaría que alguna vez al girarme me encontrase a alguien tipo este y que la frase que saliera de sus labios fuera “¿Te apetece tomar café conmigo durante el resto de tu vida?”.

A los pocos días quedé con mi amiga F y la acompañé a ver vestidos para una boda que tiene este mes y pudimos sentirnos como Julia Roberts en “Pretty Woman”, cuando entra a aquella tienda de súper lujo y no quieren atenderla. Fue en un establecimiento de la zona más pija de tiendas de Murcia. Un establecimiento con ropa de Versace, Escada y no recuerdo más. A F le encantó el vestido que había en el escaparate, y que por muy de diseño que fuese sólo costaba 240 euros. Estando allí, con la dependienta informándonos del precio y tal, entraron dos mujeres que debían ser habituales en la tienda, porque el empujón que nos dio la empleada, en plan “¡Ay, quitaos de mi vista, vosotros no pegáis nada en esta tienda!” lo dijo prácticamente todo. Y nosotros, muy dignos, nos largamos ipso facto. F pensaba comprar ese vestido. Luego estuvimos en una tienda donde vendían ropa de Fornarina. Demasiado sport. Luego acabamos en una boutique de hombre donde yo estuve a punto de adquirir unos botines negros de Versus y unas zapas divinas de D&G, pero el próximo viaje a Granada que me espera me recordó que debía guardarme el dinero. Lástima… porque los liquidaban por reformas del local. Después estuvimos en otra tienda con ropa de Givenchy, Dolce & Gabbana, Miu Miu, y aquí fue donde F me comentó, como si no fuera con ella la cosa, que sus cremas eran de Givenchy. No nos gustó absolutamente nada de lo que tenían, salvo los bolsos de Miu Miu (¡Mara Jade, divinos!). De ahí pasamos por otra con ropa de Versus (ho-rro-ro-sa) y Amaya Arzuaga, que fue lo único de toda la tarde que me gustó, y además un montón, con la manía que le tengo yo a esta señora. TOTAL… que tras una estrambótica vuelta por el sucedáneo murciano de Rodeo Drive, la 5ª Avenida y la madrileña calle Serrano, llegamos a otra de nuestras conclusiones: ¡¡¡¿qué narices hacíamos F y yo en semejantes boutiques de súper lujo?!!! Lo mejor de todo es que finalmente, F acabó adquiriendo un magnífico vestido en Etxart & Panno. Ahí es nada.

El fin de semana pasado me quedé en casa viendo dvd’s y leyendo cuentos de Arnica Esterl y Ana Juan. No he perdido al niño que llevo dentro. Volví a ver películas que me gustan mucho, como es el caso de “Fiebre del Sábado noche”, “Constantine” o “El mago de Oz”, cuya edición especial adquirí días atrás. Lo mejor de quedarse en casa en ese plan es precisamente que te apetezca muchísimo hacerlo. Y por supuesto, se agradece que llueva…

4.2.06

13 preguntas
















Mientras sigo escribiendo mis andanzas para publicarlas aquí, os dejo con este juego que me han pasado por correo. Trece preguntas con sus trece respuestas, y como yo estoy tan really-into-designing-things he optado por adjuntar una contestación gráfica, pero no es necesario. A ver si alguien se anima... a mí, por lo pronto, me hace ganar tiempo. Y dice así:

¿Qué serías si fueras...

01. ... un fenómeno natural? Un atardecer.
02. ... una fruta? Un melocotón.
03. ... un mueble? Una cama.
04. ... un cuerpo de agua? Un lago entre montañas y naturaleza.
05. ... un monumento? La Victoria de Samotracia.
06. ... un animal? Una mariposa (sin chistes).
07. ... un país? España.
08. ... una ciudad? Murcia.
09. ... un objeto? Un cd de Aimee Mann.
10. ... una prenda de ropa interior? Unos slips.
11. ... un tipo de beso? Uno con lengua, alternando velocidades.
12. ... una expresión física? Una (medio) sonrisa.
13. ... un artículo de ropa? Una camiseta.