Dejas un año y tienes la sensación de que has empezado de nuevo. Es extraño, ¿no? A muchas personas les puede parecer todo lo contrario, pero para mí, al menos hasta la fecha, siempre me ha parecido así. Yo no aspiro a cambiar cosas este año, sino a dejarme llevar y que sea lo que tenga que ser. De momento me siento bien. Estos primeros días del 2006 no tengo ganas de rememorar historias pasadas y he llegado a la conclusión de que es mucho mejor no hablar de cosas que ya han pasado, aunque hayan ocurrido un día antes… y yo siempre he sido una persona que hacía justo lo contrario: hablar de lo ocurrido ayer durante días y días y días. Pero con total seguridad volveré a retrotraerme al pasado. Es mi naturaleza.
Seguimos en el mismo lugar, con la misma gente y las mismas historias, pero ahora es cuestión de actitud, y yo he empezado el año con más de la que yo hubiese imaginado. Ya veremos si la pierdo a lo largo de estos nuevos doce meses o si por el contrario se refuerza. Eso no lo sabe nadie. De momento acabé el año riñendo con dos amigas mías por razones que ahora no vienen al caso. Yo no soy una persona muy independiente que digamos, pero tampoco me gusta esa sensación de tener que pedir permiso para hacer algo con otra gente.
Mi Navidad ha transcurrido como siempre, en familia, disfrutando de mis sobrinos y saliendo sin parar a ver exposiciones, obras de teatro, a comer, a cenar, a ir de tiendas, etc… Es lo bueno de esta época, que los críos están de vacaciones y los tengo casi todo el día para mí. Hacía ya tiempo que no disfrutaba tanto de la Navidad. Yo, que llegué a odiarla hará cosa de 2 años más o menos por razones que ahora no vienen al caso, he recuperado la simpatía hacia ella. De la Navidad me gusta lo que acabo de describir, amén de las luces y los adornos, que hacen que la ciudad brille sin parar. Punto y final. No voy a hablar de temas tan recurrentes y obsoletos como lo de que es una época súper comercial, que hay mucho consumismo, que la han inventado unos grandes almacenes y cosas por el estilo. Para eso ya hay otros, y yo me he gastado mucho dinero pero no porque estemos en fiestas, sino porque precisamente en este tiempo se me juntan varios santos y cumpleaños de mis seres queridos, y porque yo también tengo más tiempo libre para concederme caprichos. Hombre ya… Y poco más al respecto: todo ha ido muy bien, muy divertido, Nochevieja incluida (posteé algunas fotos en mi fotolog), que nos recogimos a las nueve y media de la mañana, aunque llevábamos ya un rato tirados en una esquina de la discoteca, con los ojos a punto de estallar. Han sido dos semanas y pico de vacaciones en las que no he tenido que impartir ninguna clase de informática a nadie. Me han dado los regalos justos y necesarios, repartidos entre la noche de Reyes y mi santo (tres días antes), y van desde muñecos de algunos personajes de “La Novia Cadáver” hasta la colección completa en dvd de “Los Roper”. Soy demasiado mitómano, sí.
Aunque me propusiera hace tiempo no pasearme por los tiempos pretéritos imperfectos, he tenido mi primer bajón ya, y la culpa la tuvieron “Noche de miedo” y Aimee Mann. Pero me recuperé al instante. Hay cosas con las que debería aprender a vivir, pero no me resulta tan fácil como le podría resultar a otra persona. Aquí cada uno hace lo que puede, y si yo nací siendo melancólico y nostálgico, pues poco puedo hacer al respecto. A veces me temo que vivo mi vida recreándome demasiado en lo que fue/lo que no fue, y así no se llega a ninguna parte, lo sé, no tenéis que asesorarme ni aconsejarme nada, que ya soy mayorcito y sé de sobra que esto no está bien… pero lo dicho, hay cosas de las que a mí, personalmente, me cuesta mucho recuperarme. Más quisiera yo ser como otros, que enseguida tiran hacia delante. Y no, no es que me haya anclado al pasado como un barco en alta mar, sin previsión de avanzar o de moverse un poquito, no, no y no, sino que a mí me cuesta un poco más.
La primera entrevista de trabajo del año ha resultado ser un auténtico desastre elevado al cubo o a la potencia más elevada que podáis imaginar. HO-RRI-BLE… Ikea volvió a mi vida, ofreciéndome un puesto de trabajo como HIC en el que, palabras textuales, “creemos que encajas”… mira que queda chic, cool y trendy lo de HIC, ¿eh? No recuerdo el significado de las siglas, pero el puesto a desempeñar es de vendedor/decorador/asesor, vaya. Es decir, que a ti te llega la gente con un plano o te cuentan cómo es su casa y tú tienes que ayudarles a decorarla, sugiriéndoles tal o cual mueble, tal o cual ambiente, amén de ajustarte al presupuesto que ellos tienen en mente e incluso teniendo que visitar sus casas para un mejor asesoramiento. A mí, repasando mi experiencia laboral, la posibilidad de que me ofrezcan un trabajo normal y corriente sencilla y directamente NO EXISTE. El puesto aún no es mío, ni tampoco creo que lo sea, más que nada porque la entrevista me la ha hecho un señor austriaco, íntegramente en inglés, y yo he descubierto que traducir traduzco de escándalo, que pronunciar lo pronuncio perfectamente y que entender lo entiendo de maravilla… pero que mantener una conversación de ese tipo no es lo mío. Vamos a reconocer nuestras limitaciones, señores. Me he quedado súper bloqueado, en blanco absoluto y nuclear… yo, que normalmente tengo mucha soltura para hablar en inglés, he comprobado que soy un caos a la hora de hacer una entrevista en otro idioma y explicar lo que estudié, cuándo terminé, qué experiencia tengo, si conozco “aikía” (el austriaco dixit) y demás cuestiones. Para colmo me han pedido que dibuje “tu estancia favorita de una casa, y nos la explicas después”, y bueno… para qué entrar en detalles. Lo dicho: un desastre, pero coño, que a fin de cuentas yo no soy decorador, ni tampoco soy inglés nativo. Además, estoy súper cabreado por el hecho de que yo tenga que hablar en inglés si acude a mí un cliente extranjero… ¡¡¡Ellos son los que están en mi país y deberían aprender mi lengua, no al revés!!! Seguro que si yo voy a EEUU o a Reino Unido tendría que hablar su idioma, y esto es lo que me toca mucho los huevos. Total, que Ikea me lleva por la calle de la amargura… ¡con lo feliz que yo sería volviendo al diseño gráfico! Ah, y nada más empezar la semana ya me han cancelado cuatro clases por motivos de salud u otros menesteres. Cuatro clases que ya no voy a cobrar. Y a mi chaqueta de terciopelo negro de Zara, divina, absolutamente fabulosa y casi recién estrenada, le he descubierto una mancha dudosa y pegajosa que no sé cómo ha llegado ahí… ¡¡¡¿ALGUIEN DA MÁS?!!!
Intento no alterarme más de la cuenta. Por suerte el fin de semana ha sido ameno. El sábado fui con mi sobrina a comprar unos regalos para próximos cumpleaños y para evitar atascos cogimos un bus. A las 12 llegamos al centro y a las 12:20 volvíamos a estar en la parada para volver a casa… ¡sólo a nosotros se nos ocurre ir de compras el primer día de las rebajas que, además, cae en sábado! A quién se le diga… Fue imposible comprar, por supuesto, tan imposible como las colas que había en cada una de las tiendas de Inditex. Vergonzoso… y aquí es cuando yo no entiendo a la gente: ¿son incapaces de salir de compras cualquier día del año?, ¿se esperan siempre a las rebajas para comprarlo todo? Pues sinceramente me parece bastante cutre y de gente agarrada. Menudos buitres…
Me estoy hartando a ver películas de terror antiguas. “Al final de la escalera”, “El baile de los vampiros”, una versión manga/anime (no sé diferenciarlos) de “Drácula”, “La semilla del diablo” y, la más reciente, “Noche de miedo”, un auténtico clásico del cine de vampiros de los 80, que nunca me cansaré de decir que ha sido la mejor década y la más prolífica en cuanto a dar a luz a mitos musicales y cinematográficos (para mí). Ahora me estoy bajando “Vamp”, una cinta de serie b también de los 80 protagonizada ni más ni menos que por Grace Jones, señora que siempre me ha encantado e inquietado a partes iguales. Nuevos descubrimientos musicales, más bien poquitos pero muy buenos: Colleen y Aarktica, súper ideales para deprimirse o para esos momentos de soledad frente a una ventana, viendo caer la lluvia. Vamos, la antítesis de la alegría. No es de extrañar que uno de mis libros favoritos sea “La melancólica muerte de Chico Ostra”, ¿no? Pero a ver, cuidado… que yo tampoco soy un personaje sacado de una película de Tim Burton (no al 100%, pero casi), que también tengo mucho de “El Mago de Oz” o “Alicia en el País de las Maravillas”, razón por la que otro de mis cd’s más escuchados en la actualidad es el delicioso “Viaje infinito” de Nicole, una preciosa cantante chilena que graba sus discos en Maverick, el sello discográfico creado por la ubicua Madonna. En cuanto a diseño gráfico estoy realmente enamorado de la portada del último larga duración de los Strokes. Fascinante. Y en cuanto a fotografía, sobre todo a los heterosexuales os recomiendo una visita a la página oficial del calendario Pirelli, porque este año se han superado a sí mismos y muestran unas imágenes fantásticas. Nunca había visto a Kate Moss más sexy. En contraposición añadiré que Jennifer López me sobra absolutamente. No sé qué pintará…
Llevo un par de semanas con una tos insoportable. He ido al médico y lo que me ha mandado no me ha hecho efecto alguno. No soporto el olor a tabaco, ya es oficial y definitivo. Yo, un ex fumador de paquete diario, siento náuseas (literalmente) cada vez que me llega el olor a tabaco. Me pasó el otro día al comprar un dulce en la confitería de enfrente de mi casa. A pesar de haber colgado el cartel de “Espacio sin humo”, la gente que acude sigue fumando como si nada. Al envolverme el dulce en el papel correspondiente se empapó del olor a tabaco y cuando llegué a casa y me dispuse a darle el primer mordisco, percibí el aroma y os juro que me dieron arcadas. Y no exagero ni hablo por hablar. Me estoy cansando de tolerar el tabaco, en serio, y me pregunto si mis amigos fumadores serían capaces de entrar a un lugar donde esté prohibido fumar del mismo modo que yo hago lo contrario sólo por estar con ellos. No voy por la vida en plan Mercedes Milá, Dios me libre de ser tan radical y defensor a ultranza del espacio sin humo, pero tampoco quiero ser un fumador pasivo y preferiría respirar aire libre. Aunque ya lo dice todo el mundo: los ex fumadores somos mucho peores que los que no han fumado en su vida. No soy yo quien tiene un problema.
Seguimos en el mismo lugar, con la misma gente y las mismas historias, pero ahora es cuestión de actitud, y yo he empezado el año con más de la que yo hubiese imaginado. Ya veremos si la pierdo a lo largo de estos nuevos doce meses o si por el contrario se refuerza. Eso no lo sabe nadie. De momento acabé el año riñendo con dos amigas mías por razones que ahora no vienen al caso. Yo no soy una persona muy independiente que digamos, pero tampoco me gusta esa sensación de tener que pedir permiso para hacer algo con otra gente.
Mi Navidad ha transcurrido como siempre, en familia, disfrutando de mis sobrinos y saliendo sin parar a ver exposiciones, obras de teatro, a comer, a cenar, a ir de tiendas, etc… Es lo bueno de esta época, que los críos están de vacaciones y los tengo casi todo el día para mí. Hacía ya tiempo que no disfrutaba tanto de la Navidad. Yo, que llegué a odiarla hará cosa de 2 años más o menos por razones que ahora no vienen al caso, he recuperado la simpatía hacia ella. De la Navidad me gusta lo que acabo de describir, amén de las luces y los adornos, que hacen que la ciudad brille sin parar. Punto y final. No voy a hablar de temas tan recurrentes y obsoletos como lo de que es una época súper comercial, que hay mucho consumismo, que la han inventado unos grandes almacenes y cosas por el estilo. Para eso ya hay otros, y yo me he gastado mucho dinero pero no porque estemos en fiestas, sino porque precisamente en este tiempo se me juntan varios santos y cumpleaños de mis seres queridos, y porque yo también tengo más tiempo libre para concederme caprichos. Hombre ya… Y poco más al respecto: todo ha ido muy bien, muy divertido, Nochevieja incluida (posteé algunas fotos en mi fotolog), que nos recogimos a las nueve y media de la mañana, aunque llevábamos ya un rato tirados en una esquina de la discoteca, con los ojos a punto de estallar. Han sido dos semanas y pico de vacaciones en las que no he tenido que impartir ninguna clase de informática a nadie. Me han dado los regalos justos y necesarios, repartidos entre la noche de Reyes y mi santo (tres días antes), y van desde muñecos de algunos personajes de “La Novia Cadáver” hasta la colección completa en dvd de “Los Roper”. Soy demasiado mitómano, sí.
Aunque me propusiera hace tiempo no pasearme por los tiempos pretéritos imperfectos, he tenido mi primer bajón ya, y la culpa la tuvieron “Noche de miedo” y Aimee Mann. Pero me recuperé al instante. Hay cosas con las que debería aprender a vivir, pero no me resulta tan fácil como le podría resultar a otra persona. Aquí cada uno hace lo que puede, y si yo nací siendo melancólico y nostálgico, pues poco puedo hacer al respecto. A veces me temo que vivo mi vida recreándome demasiado en lo que fue/lo que no fue, y así no se llega a ninguna parte, lo sé, no tenéis que asesorarme ni aconsejarme nada, que ya soy mayorcito y sé de sobra que esto no está bien… pero lo dicho, hay cosas de las que a mí, personalmente, me cuesta mucho recuperarme. Más quisiera yo ser como otros, que enseguida tiran hacia delante. Y no, no es que me haya anclado al pasado como un barco en alta mar, sin previsión de avanzar o de moverse un poquito, no, no y no, sino que a mí me cuesta un poco más.
La primera entrevista de trabajo del año ha resultado ser un auténtico desastre elevado al cubo o a la potencia más elevada que podáis imaginar. HO-RRI-BLE… Ikea volvió a mi vida, ofreciéndome un puesto de trabajo como HIC en el que, palabras textuales, “creemos que encajas”… mira que queda chic, cool y trendy lo de HIC, ¿eh? No recuerdo el significado de las siglas, pero el puesto a desempeñar es de vendedor/decorador/asesor, vaya. Es decir, que a ti te llega la gente con un plano o te cuentan cómo es su casa y tú tienes que ayudarles a decorarla, sugiriéndoles tal o cual mueble, tal o cual ambiente, amén de ajustarte al presupuesto que ellos tienen en mente e incluso teniendo que visitar sus casas para un mejor asesoramiento. A mí, repasando mi experiencia laboral, la posibilidad de que me ofrezcan un trabajo normal y corriente sencilla y directamente NO EXISTE. El puesto aún no es mío, ni tampoco creo que lo sea, más que nada porque la entrevista me la ha hecho un señor austriaco, íntegramente en inglés, y yo he descubierto que traducir traduzco de escándalo, que pronunciar lo pronuncio perfectamente y que entender lo entiendo de maravilla… pero que mantener una conversación de ese tipo no es lo mío. Vamos a reconocer nuestras limitaciones, señores. Me he quedado súper bloqueado, en blanco absoluto y nuclear… yo, que normalmente tengo mucha soltura para hablar en inglés, he comprobado que soy un caos a la hora de hacer una entrevista en otro idioma y explicar lo que estudié, cuándo terminé, qué experiencia tengo, si conozco “aikía” (el austriaco dixit) y demás cuestiones. Para colmo me han pedido que dibuje “tu estancia favorita de una casa, y nos la explicas después”, y bueno… para qué entrar en detalles. Lo dicho: un desastre, pero coño, que a fin de cuentas yo no soy decorador, ni tampoco soy inglés nativo. Además, estoy súper cabreado por el hecho de que yo tenga que hablar en inglés si acude a mí un cliente extranjero… ¡¡¡Ellos son los que están en mi país y deberían aprender mi lengua, no al revés!!! Seguro que si yo voy a EEUU o a Reino Unido tendría que hablar su idioma, y esto es lo que me toca mucho los huevos. Total, que Ikea me lleva por la calle de la amargura… ¡con lo feliz que yo sería volviendo al diseño gráfico! Ah, y nada más empezar la semana ya me han cancelado cuatro clases por motivos de salud u otros menesteres. Cuatro clases que ya no voy a cobrar. Y a mi chaqueta de terciopelo negro de Zara, divina, absolutamente fabulosa y casi recién estrenada, le he descubierto una mancha dudosa y pegajosa que no sé cómo ha llegado ahí… ¡¡¡¿ALGUIEN DA MÁS?!!!
Intento no alterarme más de la cuenta. Por suerte el fin de semana ha sido ameno. El sábado fui con mi sobrina a comprar unos regalos para próximos cumpleaños y para evitar atascos cogimos un bus. A las 12 llegamos al centro y a las 12:20 volvíamos a estar en la parada para volver a casa… ¡sólo a nosotros se nos ocurre ir de compras el primer día de las rebajas que, además, cae en sábado! A quién se le diga… Fue imposible comprar, por supuesto, tan imposible como las colas que había en cada una de las tiendas de Inditex. Vergonzoso… y aquí es cuando yo no entiendo a la gente: ¿son incapaces de salir de compras cualquier día del año?, ¿se esperan siempre a las rebajas para comprarlo todo? Pues sinceramente me parece bastante cutre y de gente agarrada. Menudos buitres…
Me estoy hartando a ver películas de terror antiguas. “Al final de la escalera”, “El baile de los vampiros”, una versión manga/anime (no sé diferenciarlos) de “Drácula”, “La semilla del diablo” y, la más reciente, “Noche de miedo”, un auténtico clásico del cine de vampiros de los 80, que nunca me cansaré de decir que ha sido la mejor década y la más prolífica en cuanto a dar a luz a mitos musicales y cinematográficos (para mí). Ahora me estoy bajando “Vamp”, una cinta de serie b también de los 80 protagonizada ni más ni menos que por Grace Jones, señora que siempre me ha encantado e inquietado a partes iguales. Nuevos descubrimientos musicales, más bien poquitos pero muy buenos: Colleen y Aarktica, súper ideales para deprimirse o para esos momentos de soledad frente a una ventana, viendo caer la lluvia. Vamos, la antítesis de la alegría. No es de extrañar que uno de mis libros favoritos sea “La melancólica muerte de Chico Ostra”, ¿no? Pero a ver, cuidado… que yo tampoco soy un personaje sacado de una película de Tim Burton (no al 100%, pero casi), que también tengo mucho de “El Mago de Oz” o “Alicia en el País de las Maravillas”, razón por la que otro de mis cd’s más escuchados en la actualidad es el delicioso “Viaje infinito” de Nicole, una preciosa cantante chilena que graba sus discos en Maverick, el sello discográfico creado por la ubicua Madonna. En cuanto a diseño gráfico estoy realmente enamorado de la portada del último larga duración de los Strokes. Fascinante. Y en cuanto a fotografía, sobre todo a los heterosexuales os recomiendo una visita a la página oficial del calendario Pirelli, porque este año se han superado a sí mismos y muestran unas imágenes fantásticas. Nunca había visto a Kate Moss más sexy. En contraposición añadiré que Jennifer López me sobra absolutamente. No sé qué pintará…
Llevo un par de semanas con una tos insoportable. He ido al médico y lo que me ha mandado no me ha hecho efecto alguno. No soporto el olor a tabaco, ya es oficial y definitivo. Yo, un ex fumador de paquete diario, siento náuseas (literalmente) cada vez que me llega el olor a tabaco. Me pasó el otro día al comprar un dulce en la confitería de enfrente de mi casa. A pesar de haber colgado el cartel de “Espacio sin humo”, la gente que acude sigue fumando como si nada. Al envolverme el dulce en el papel correspondiente se empapó del olor a tabaco y cuando llegué a casa y me dispuse a darle el primer mordisco, percibí el aroma y os juro que me dieron arcadas. Y no exagero ni hablo por hablar. Me estoy cansando de tolerar el tabaco, en serio, y me pregunto si mis amigos fumadores serían capaces de entrar a un lugar donde esté prohibido fumar del mismo modo que yo hago lo contrario sólo por estar con ellos. No voy por la vida en plan Mercedes Milá, Dios me libre de ser tan radical y defensor a ultranza del espacio sin humo, pero tampoco quiero ser un fumador pasivo y preferiría respirar aire libre. Aunque ya lo dice todo el mundo: los ex fumadores somos mucho peores que los que no han fumado en su vida. No soy yo quien tiene un problema.