Cuando esto se publique ya llevaré tres días en Madrid...
En este casi mes y medio que he pasado en mi tierra, el tiempo ha transcurrido todo lo rápido que uno nunca quiere, disfrutando del único sonido de los pájaros y de alguna vecina que sale a la calle y se pone a hablar con la de enfrente. Comiendo las ricas comidas de mi madre y viendo a mi padre hacer zapping sin parar por las noches. O pasando los fines de semana en nuestra casa de campo, donde siempre hay unos 10 grados menos, y bajando a la playa, que nos pilla cerquísima, no sin antes deleitarme con los productos extranjeros que tienen los supermercados locales, como ya escribí hace días. También montando mi piscina de cada verano y tomando el sol en la terraza sin pasar un ápice de calor. Este año con la compañía musical de Morrisey y Alphabeat. ¿Y qué me decís de reunirte con tus amigas algunos viernes o sábados para cenar y hablar sin pausa mientras caen botellas y botellas de tinto de verano? O de conducir tu coche e irte de paseo al centro, al cine o de compras con tu hermana y tus sobrinos. O echarle una mano a tus padres en el trabajo e ir de visita los martes por la noche a casa de tus padrinos, que como tienen un restaurante siempre acabas cenando allí de lo lindo. Es todo inmejorable y digno de echar de menos. Cómo no...
Como estoy escribiendo esto antes de emprender el viaje, no puedo hablar demasiado de la gran ciudad, salvo que recibiremos la visita de mis amigas las Walpurgis (otrora conocidas como Sauron y Caipirinha) y que con ellas viviré mi primer día del orgullo gay. Ah, y también que no puedo perderme la exposición de una de mis fotógrafas favoritas, Annie Leibovitz. Tengo ganas de reencontrarme con la gente de Madrid, con Miss Ketchup y María del Mal, con la Reina Pandora y consorte, con Lily y Fabs, con Mr. Grieves, incluso con la gran Best Bitch con la que he recuperado el contacto tras 6 estúpidos años y que se va a dejar caer por allí también para quedarse en casa de unos amigos suyos, ocasión que si Dios quiere aprovecharemos para vernos. Y, como no, de ver al que te cuento, que ya ha pasado mucho tiempo desde que me vine para atender diversos asuntos. Aquí dejaré todas y cada una de mis comodidades, tales como mi equipo de cine en casa, mi inmensa colección de dvd's y música, mis bellas Barbies, mi aire acondicionado por todas partes y mis fines de semana en aquella casa de campo a la que tanto aprecio le tengo y de la que me cuesta horrores despedirme cada vez que tenemos que regresar al pueblo. Y horrores me está costando igualmente dejar todo esto atrás.
Me espera la capital del Reino una vez más, y en esta ocasión me llevo casi casi la totalidad de mi armario en un par de maletas a punto de explotar. Siento vértigo y miedo, cómo no lo iba a reconocer. Ya me ha llegado el turno de pagar el alquiler del piso porque el compañero de Gunillo ya ha desalojado la casa para ocupar la que ha comprado. Voy a ser pseudo propietario... ¡justo cuando el extracto de mi cuenta bancaria está prácticamente en bragas! Menudo panorama, yo y mis pésimas planificaciones de futuro. No dejaré de seguir buscando trabajo allí, aunque muy a mi pesar tendré que mirar ya cualquier cosa, todo aquello en lo que no pensaba trabajar tendré que incluírlo ahora en la lista., maldita sea Y septiembre está a la vuelta de la esquina, el último mes en el que cobraré el paro, por lo que la sensación de nervios es aún mayor. ¿Qué me espera a la vuelta de la esquina? De momento muchos sentimientos encontrados, pero allá vamos, al mundo de los mayores. Y que sea lo que tenga que ser.
PD: Actualizaré en cuanto pueda, porque en la casa de Madrid no tenemos aún Internet y tengo que depender de los locutorios que nos rodean.