Tenía preparado un post bastante incendiario que iba a ser colgado esta semana en el que, para variar, despotricaba contra extremos políticos izquierdistas/derechistas y el premio cinematográfico del que está hablando todo el mundo. Dejé leer el borrador a Gunillo y me dijo que lo dulcificara porque resultaba muy fuerte, pero como yo no sé dulcificar las cosas, sino que me salen a escopetazos y ahí me las componga, he decidido no publicarlo para ahorrarme las controversias, que no me apetecen nada. ¡Ya veis, con lo que me gusta a mí tocar la moral!
Básica y resumidamente decía que estaba pelín harto de esos izquierdistas que pululan ahora por todas partes y que se aproximan peligrosamente al grotesco y burdo comunismo y, encima, alardean de ello, y les encanta la multiculturalidad (curiosamente los que vienen a nuestro país no defienden ni respetan tanto nuestra cultura, queridos borregos) y defender causas en plan revolucionario como si del 7 de noviembre de 1917 se tratase. Como de los derechistas se ha hablado ya mucho y estoy igualmente en contra de ellos, no decía ni mú, más que nada para no repetirme. Y como en los blogs últimamente el ambiente está bastante viciado/caldeado y parece que no se puede opinar libremente porque enseguida se te echan encima como auténticas perras sarnosas (¡esas dos mamarrachas de las que no citaré el nombre, míticas ya en la tribu de las arrabaleras, sobre todo a la hora de defender a los perros, guau guau!), y encima la izquierda está tan defendidísima por artistas, madres solteras y gays, he preferido guardarme mi anterior texto y no dar pie a ningún escándalo al hablar de ese extremo socialista que despide un tufillo a perrifláutico hippioso que tira p'atrás. Y nunca ha habido tribu urbana que me dé más asco que los hippies.
Pues eso, hijos, que como visto lo visto no me identifico nada con la izquierda y ni mucho menos/ni borracho con la derecha, me retiro del mundo de la política hasta que no se centralicen las cosas y se desmonten de un plumazo los prototipos del pañuelo palestino y la bandolera de ganchillo con una hoja de marihuana bordada o, en el lado contrario, el ABC bajo el brazo y la Cope sonando en los oídos.
La semana que viene más y mejor. Chimpún.
PD: Estoy volviendo a actualizar mi galería de arte. Me haría mucha ilu que la visitárais siempre que os apeteciera.