21.4.06

Suspended from space and time

















No soy persona de quedarme en suspenso. Odio las medias tintas. O escribo un blog o lo elimino para siempre. De esto hablaba yo el otro día con mi querido amigo el Moderno, que sigue en Eslovenia y que, a pesar de la distancia, lo tengo más cercano que nunca gracias al teléfono. Le decía que no tenía ganas de blog, que me paso el día frente a un pc y que cuando llego a casa no suelo querer saber nada de la informática, amén de que no sabía de qué hablar y que no tenía fuerzas para visitar todas y cada una de las demás bitácoras para comentar vuestros posts. Lo siento. De momento no me despido de Blogger, pero tampoco sé con qué regularidad podré adentrarme en estos mundos. Ahora me pondré al día con vuestros cíber diarios.

En Murcia estamos en plenas fiestas de primavera, que vienen a celebrarse justo cuando acaba la Semana Santa. Este pasado martes día 18 fue mi cumpleaños. Ese día era el festivo primaveral por antonomasia en Murcia y pedanías: el famoso día del Bando de la Huerta, una exaltación de gente, buen tiempo, comidas a deshoras, claveles, refajos y trajes típicos regionales, que dicho sea de paso siempre me han parecido horribles y mira que a mí me gusta mi tierra. También día propicio para los comas etílicos, el descontrol absoluto, las turbas, los aseos libres inexistentes, las ambulancias a todo gas, el sentimiento fingido y súper hipócrita de felicidad de todo el mundo para contigo, etc... El día del Bando tiene su gracia durante cierto tiempo, cuando empiezas a salir y tal, pero ahora mismo lo considero el festivo más absurdo que conozco. Nunca me he vestido -disfrazado- de huertano y ya hace 3 años que me retiré del Bando, gracias. Se pretende celebrar lo bonita que es la huerta murciana en primavera, se hace un desfile muy ameno, colorido y divertido que recorre la ciudad por la tarde, se ubican barracas en los jardines de la capital para degustar la comida típica de aquí, pero con los años se ha transformado en la fiesta que más borrachos se congregan en las calles, algo así como un botellón que dura todo el día, quedando todo luego patas arriba, asqueroso a más no poder. Con esto vengo a decir que mi cumpleaños lo celebré en mi casa, con dos fiestas y distintos invitados para cada una de ellas: la primera duró desde la hora del aperitivo hasta la hora de la merienda, y la segunda llegó con la hora de la cena, y de ahí a la cama, hecho polvo de no haber parado en todo el día. Como hacía buen tiempo ambas fiestas tuvieron lugar en la terraza de mi casa, donde una de mis invitadas llegó a quemarse con el sol.

Últimamente, de camino al trabajo, escucho bastante en mi iPod a Najwa, que siempre me ha caído peor que mal pero de la que poseo todos sus discos. Estoy enganchado a "Capable".

Me alegra saber que la gente de mi entorno visita este blog a veces y disfruta con su lectura. Es difícil que lo que haces guste tanto a tus amigos o conocidos porque normalmente suelen tener un sentimiento extraño de pudor por tratarse de alguien a quien conocen mucho. Por eso voy a mandar un saludo a dos personas que sé que me leen asiduamente y que son fans de lo que hago: a mi querida P. (tú ya sabes quién eres y yo sé lo mucho que te gustan mis acuarelas, o que conduzca por tu campo en el coche de tu padre para recoger a tu hermana J.) y al gran descubrimiento que ha resultado ser A., que me considera ni más ni menos que "el hombre que maneja la luz y los rayos de sol".