Me estoy acordando sin esfuerzo alguno de aquel cartel rosa de Miss Murcia con el que Miss Ketchup me esperaba en Atocha, y de las prisas con las que llegaste del trabajo para recibirme. Y de aquella primera cena/botellón/salida con todos y, cómo no, del primer beso esa misma noche. De nuestra primera Barriga Llena y del nacimiento del movimiento ninino con aquel jersey azul de rombos. De las tabletas de chocolate de Xocoa, que siempre me tenías que llevar cada vez que venía a Madrid. De la exposición de Barbie, colección en la que por aquel entonces me estaba iniciando. De las cenas en el cuarto y del sueño que nos entró viendo “Barbarella”. De mi primer latineo con las Pandoras y de la pregunta que me hiciste en La Sista y que siempre quise escuchar. De las botellas de agua OGO y las noches de cañas en el bar de abajo. De las partículas alérgicas de mayo y tú limpiándome los ojos frente al Templo de Debod, y de aquellas fotos en los jardines de Sabatini con camisas de cuadros a juego. De la borrachera y escándalo en el cumple de Mimi y de los bailes en el Maderfaker. Del finde con Star y los pitillos en el Ochoymedio. Del calor que pasamos en el Botánico y la peluca francesa de Goldenfrappe. De la música del Morocco y las botellas de vino bebidas en el suelo del salón. De los paseos por la calle de los museos y el encanto del ídem del Traje. De los cócteles en las camas del Ene y de las interminables tardes remando en el Retiro. De los vídeos del Liquid y los cosmos en Stromboli. Y de las caminatas desde casa hasta Gran Vía pasando por Goya y el Barrio de Salamanca en pleno verano. De las mega copas en el Bora Bora y el sadismo chic de Le Marquis, al que no pensamos volver. De los regalitos que nos hacíamos en cada viaje y de los boxers de cuadros azules del H&M que encontré ocultos en mi maleta al llegar a mi casa, y también de los peces de cartulina y las chocolatinas de Pascua que escondiste por todas partes. De los Plushood y los “sin pa”… De los chupitos baratos en El Gris y los colocones en el Nike. Del Palacio de Gaviria y los libros de historia. De la decepción que supuso Faunia y el dibujo que compraste a un artista ambulante de un gato enamorado en lo alto de un tejado. De las risas por las calles de Conde de Casal rememorando el cine español de Pajares, Esteso, Ozores y Lina Morgan. De las visitas al outlet de Celio, a la tienda de los sofás que ya no existe, del Wok Delight y “En busca del huevo perdido”. Del coche que alquilamos en Tenerife y de la visita guiada a Masca con la simpática conductora, de lo mucho que nos gustó Segovia, de la tristeza medieval de Sigüenza, del punto que pillamos en el 80’s Fever de Lo Pagán, de lo que ardían las calles de Toledo en pleno agosto, de los jardines de Aranjuez, de las cuestas de El Escorial, del karaoke en Alcalá de Henares, de los burricos de Chinchón y el gato que merodeaba por las mesas, de la infartante excursión a Karlovy Vary, lo que nos costó entender el transporte público de Alemania, el retorno a Nerudova, la última noche en Lisboa y el desencanto que te supuso Murcia. De cuando comimos en el egipcio, en el hindú de las pesadillas, el japonés de los platos danzantes, el tailandés de Frankfurt, el peruano, el colombiano, el mexicano, el chino, el murciano, el argentino, el jordano y el estadounidense. De las charlas en la terraza del Suite y el r&b de La Comedia. De las primaveras, veranos, otoños e inviernos en Madrid. Del tarot egipcio dorado que no era el que yo quería pero que me encantó igualmente, o del merchandising más reciente de “Pesadilla antes de Navidad” traído de Buenos Aires. De los gofres sorpresa en Callao, de las sardinas del gato con el cuenco de leche en tu cuarto, de las pelis de Vincent Price, la Hammer y Pam Grier. De los juegos de beber de Cris B., del perreo de La Mari a la hora de cortar pizzas. De cuando vamos a hacer la compra y nos metemos en la cocina para hacer la comida. Del calendario cucamono del 2008 y el incompleto del 2009. De los personajes inventados y el juego de crear monigotes. De la Cucanha Nameromough, la profecía de los 3.000 nininos y lo que ocurre al traspasar las fronteras de su país, el Ricolás, la hearty libreta, el gato despistado y el doommmm. De todo lo que ahora no es cuestión de mencionar para no convertir esto en un texto interminable. De no haberme arrepentido nunca de seguir escribiendo este blog porque, de haberlo hecho, no habría tenido la suerte de encontrarte. Y sobre todo, estoy recordando sin esfuerzo alguno que dos años a tu lado pasan tremendamente rápidos y casi sin darse cuenta. Me quiero quedar así de por vida.
Grace & Courtney: Tennis Fun
Hace 8 años