18.9.07

Mucha

Érase una vez en París, allá por 1894, un pintor y dibujante de origen checo y desplegado talento que se manejaba así de bien con los pinceles...

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"Flor", 1894

Meses más tarde, Alfons Mucha conoció a la gran actriz Sarah Bernhardt, la cual le solicitó el diseño de algunos carteles para sus obras teatrales. Mucha metamorfoseó su estilo realista en uno más moderno y de corte publicitario que le haría famoso en todo el mundo, convirtiéndose así en el abanderado del art nouveau, también conocido como modernismo.

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El primer cartel modernista de Mucha, "Gismonda", 1894/85

Para la actriz realizaría numerosos y bellos carteles a tamaño natural, anunciando sus obras de teatro en el Theatre de la Renaissance parisino, colaboración que duraría años y años. Entre ellos destacan los tres siguientes: Sarah Bernhardt travestida de Hamlet y Lorenzaccio, y dando vida a una terrible Medea que asesina a sus hijos para vengarse de su esposo.

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Sarah travesti y Sarah asesina, 1896, 1899 y 1898

En sus trabajos, de gran riqueza ornamental, se mezclan elementos decorativos de origen bizantino, árabe y escita. La fantasía y el lujo, las diademas y los aderezos en las cabezas de las modelos, los mosaicos y, sobre todo, las larguísimas cabelleras de mechones estilizados en forma de arabescos son claves necesarias para entender la obra de Mucha.

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Calendario, 1896/97

Pero el talento de Mucha iba más allá del mundo del show business. Muy pronto sus dibujos ocuparon portadas de revistas y periódicos de la época, se realizaron calendarios y también ilustraron campañas publicitarias de diversos productos. A saber, entre otros: galletas...

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Galletas Lefèvre-Utile, 1896

... chocolates...

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Chocolate Idéal, 1897

... blanqueador para la ropa...

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Bleu Deschamps, 1897

... e incluso cerveza...

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Cervezas de la Musa, 1987

Y para rizar más el rizo, hubo esculturas...

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La Naturaleza (1899/1900) y Busto de mujer (1901)

... joyas...

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Broche, 1900

... y alguna que otra edificación...

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Boutique Fouquet, 1900/01

¡Ah! Y por haber, hubo hasta una actriz norteamericana, la excéntrica Leslie Carter, que, verde de envidia, intentó emular y superar en lujo las actuaciones de Sarah Bernhardt, lo cual la llevó a la ruina. ¡Pobres americanos, que se creen los amos del mundo!

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Leslie Carter, 1908