16.7.09

Hechos madrileños











Las Walpurgis aseguran que una vez probada la comida de Barriga Llena, jamás volverán a pisar la Cantina Mariachi, cuya comida ahora les resulta de ciencia ficción. El Templo de Debod al anochecer sigue siendo mi lugar favorito de Madrid y el único en el que uno se siente lejos de las prisas de esta ciudad. A los turistas les llaman la atención las cabinas telefónicas y se hacen fotos en ellas. Algo que para nosotros pasa desapercibido, para ellos es algo así como el equivalente a las cabinas rojas londinenses. En la Casa del Libro son bastante incompetentes y están poco/nada preparados: aseguran que las novelas que conforman el Ciclo Pendragón de Stephen R. Lawhead están agotadas desde el 2004; en la Fnac ya me los han reservado y los recibiré en unos 10 días. Bonito y gran descubrimiento el de este autor, experto en novelas situadas en la Inglaterra medieval, algo que me atrae mucho y que me apetece leer en los jardines madrileños durante los atardeceres estivales. Las vistas desde la terraza del hotel Óscar, repleta de sofás, camas, música chill y velos blancos, son incomparables y perfectas, no así la tontería que reina en el ambiente y los precios de las copas (3 Coronitas = 20 euros). En un solo día, en nuestra acera, he visto a una señora desmayarse, a su hijo peleándose con todos los que miraban, y a otra fresca que ha salido corriendo de una tienda de ropa con el bolso lleno de cosas y que la han pillado a los pocos metros entre gritos y aspavientos. De mi cartera de amigos madrileños ya he descartado a una de ellas que se las da de súper amiga y súper hermana pero que ha cometido el error de meterse en la secta de todos los que han leído “El secreto”, tema que ya traté en el anterior post. En menos de 3 horas me han llamado guapo 3 veces, ¡en la vida! El reencuentro (otro más) con Davs me ha alegrado muchísimo, y mientras tanto, Best Bitch no deja de darme toques para que la llame yo. Va lista... La casa de la sierra de la tía Mo es sencillamente alucinante, con un jardín de varias alturas y en cada una de ellas una terraza de distinta inspiración (hawaiana, ibicenca, rústica…). Su piscina me dio la vida y la buhardilla mucha envidia (del mismo tamaño que nuestro pisito de la calle de Alcalá). La tensión de los últimos días me ha llevado a duplicar el consumo de tabaco y no me da la gana seguir por ahí. El sushi para llevar del Vips viene acompañado de un sobrecito de wasabi cuyo sabor te obliga a cerrar los ojos y agarrarte a la silla mientras lo saboreas. Muy fuerte. Tras haberme apuntado a todas las ETT’s de nuestra calle, siguen sin llamarme de ningún sitio, lo cual es trágico ya que ahora estoy metido en un alquiler. Mientras tanto, en Murcia, a mi sobrina la han llamado de tres sitios distintos para ofrecerle trabajo ahora que ya tiene uno. O te mueres del asco o te reclaman en todas partes, no falla. Este viernes veré tocar en directo a los Mudpix, la banda de mi amigo Fabs, con el que estoy agotando las existencias de frappuccino en el Starbucks, de whoppers en el Burger King próximo a Tribunal y de cappuccinos en la cafetería de la planta baja del Mercado de Fuencarral, con esos sofás tan ideales para echarse una siesta. Tres horas es el tiempo medio que he hablado estos últimos y revueltos días por teléfono con mi amigo Julk. Estando en esta ciudad, mi móvil tiene mucha más vida. Y gasto… Por suerte estoy ahorrando mucho en transporte desde que el vigilante de la garita de nuestro Metro está ausente. Tras colarse por el morro, la clave está en recoger del suelo algún billete marcado con la fecha del día en cuestión y llevarlo contigo por si aparece el revisor de improviso. He aprendido a cambiar dos tipos de cerradura de una puerta y ya he llevado a cabo mi primera sesión de plancha sin cargarme una sola prenda. También estoy cocinando y, de momento, mi plato favorito es uno con fideos, berenjenas fritas, parmesano y salsa de tomate y cebolla. Una hora de preparación, cinco minutos de duración en la mesa. ¡Qué ingrato es el mundo gastronómico! La exposición de Annie Leibovitz nos dejó fríos. A mí el rollito fotos personales de familia, amigos o las vistas que tiene un apartamento neoyorquino me interesa más bien poco porque son fotos que puede hacer cualquiera. Donde se ponga un retoque, un barroco, un recargamiento, un espectáculo… De todas maneras me gustó ver en persona aquella famosa foto del embarazo de Demi Moore para Vanity Fair que abrió la veda de famosas embarazadas desnudas ocupando una portada. Qué fantástica es Sofía DJ con ese look de leona a lo Nikka Costa. Me va a pillar aquí el estreno de la penúltima película de Harry Potter, pero me esperaré a estar en Murcia y seguir la tradición de verla con mi hermana y mis sobrinos. Qué ganas. ¡Es casi imposible coincidir con Miss Ketchup y María del Mal y sus apretadísimas y petardísimas agendas! Por otra parte, estoy viendo mucho más a Mr. Grieves de lo que yo pensaba. Lo que nos gustará una sesión de cervezas en la atestada plaza del Dos de Mayo. Paso de rebajas, aunque nada más llegar conseguí comprar dos vaqueros y unas zapatillas marrones y rosas en el Blanco de Gran Vía por sólo 24 euros. La dependienta exclamó “¡Qué fuerte, ni siquiera unos vaqueros cuestan ésto!”. Días después, en un ataque impulsivo de emoción y consumismo, adquirí la reproducción de la primera Barbie comercializada en España, la célebre Barbie Superstar. Hoy, tras pensármelo mejor, he tenido que devolverla porque no está el horno para bollos. Por desgracia me veo sin conseguir la adquisición de la temporada: la Barbie Afrodita, que sigue la colección de personajes mitológicos iniciada el pasado año con Barbie Medusa. ¡Necesito un trabajo ya!